Otra vez violencia, otra vez destrucción, otra vez barbarie. Los yihadistas del Estado islámico han echado abajo el monasterio de Mar Elian en Qaryatain, un pueblo de la provincia de Homs en el sur de Siria, transfiriendo a los cristianos capturados a su roca fuerte en el noreste del país. La noticia nos ha llegado desde la organización no gubernamental Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, OSDH, subrayando en su comunicado que los terroristas han destrozado con un buldócer este complejo religioso que habían conquistado ya al inicio de agosto. Qaryatain se encuentra en un punto estratégico, cerca de la carretera que enlaza la ciudad de Palmira con las montañas de Qalamoun, a lo largo de la frontera con Líbano, una zona muy rica de yacimientos
Tras haber conquistado el pueblo, los yihadistas capturaron a 230 civiles, entre los que se encontraban al menos 30 cristianos, entre los que habían muchas mujeres y niños. De los 230 liberaron 48, mientras que el resto, 110 fueron transferidos a la provincia de Raqqa, en el corazón del Estado Islámico. Se desconoce el paradero de los otros 70 rehenes. En el mes de mayo pasado ya habían secuestrado al sacerdote sirio-cristiano Jacques Mourad, prior del monasterio de Mar Elian.
El talante de estos locos es cruel y bárbaro, sus actos terroristas no nacen de ninguna ideología, sino del más miserable de los odios y se basa en el desprecio de la vida humana. Además destruyendo estas reliquias del patrimonio de la humanidad muestran la más soberana de las ignorancias. Como decía Confucio la ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas. Sus actos son un constante y auténtico crimen contra la humanidad.
Si lo que pretenden es implantar su civilización sobre el miedo, el odio y la crueldad. Se equivocan, porque este tipo de civilizaciones muere antes o después por suicidio. ¿Qué otro final podrían tener semejante gentuza?