Llevo varias noches soñando paisajes. Se suceden sin un orden lógico y en ellos me sumerjo delicadamente probando una paz desmedida. Me veo en un verde prado, en una mañana de niebla, caminando sobre las aceras aún dormidas de la ciudad cuando comienza a clarear el día, disfrutando una noche de verano cuando el aire refresca, delante de un gran fuego encendido en una noche de invierno, paseando entre esa efusión de rojos, amarillos y naranjas de un boque otoñal, observando el ir y venir de las olas en un mar azul turquesa, dejándome iluminar por una luna llena reinante en la oscuridad. Nunca estoy solo en el sueño, otros ojos llenos de ternura contemplan las mismas vistas. Es una presencia conocida, una dulce figura que me transfiere serenidad, me envuelve de dicha y me regala protección.
Esta noche quizás contemplaré campos de amapolas, colinas de vides, cielos claros y ocasos de raros soles. Volverá esa presencia, la espero.

por @mbellido

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