Nos conmocionó leer en la prensa que una  fuerte explosión había sacudido la ciudad de  Estambul, en la mañana del pasado de 12 de enero.  Se trataba, otra vez,  de un terrorista suicida que se inmolaba, esta vez en Sultanahmet,  un barrio popular frecuentado por turistas y centro de interés en Turquía,  por  la Mezquita Azul o el Palacio Topkapi. Entre las victimas sabemos que había ciudadanos alemanes. Las víctimas encontradas hasta ahora son 10, y se sabe que ocho son alemanes.

¿Qué está pasando en Turquía? Este ataque que se ha atribuido el Daesh, se ha producido en un lugar de profundo significado histórico artístico y cultural y vuelve, sin duda,  a ser otro nuevo desafío a la paz mundial.
Turquía de ser un país puente se ha  convertido en una encrucijada de  grupos terroristas de diversa índole, a veces lobos solitarios a veces grupos terroristas a las órdenes de organizaciones internacionales. Ciertamente, confinar en más de 900 km con Siria no ayuda mucho al gobierno en Ankara, tampoco su política internacional a veces ambigua y demasiado exuberante, que además, parece que  nunca tomó demasiado en consideración lo que estaba sucediendo en la región. Una región demasiado inestable que está atravesando un periodo histórico muy crítico.  También a nivel interno, las cosas no parecen que vayan mejor. La oposición, de hecho, critica duramente al gobierno de no saber mantener adecuadamente la paz en el país.

Este último atentado ha sido un hecho gravísimo, sin embargo, no es menos grave lo que pasa en muchas localidades del país donde los disparos están a la orden del día en sus calles y en muchas ciudades se vive  bajo el toque de queda con la prohibición   de circular libremente en las horas nocturnas. Si a esto le añadimos la situación de los barrios infiltrados por el Daesh, la cuestión Kurda, siempre latente, y la marcha de la economía cada vez peor, el país se parece cada vez más a barril de pólvora cerca de un fuego  que puede explotar de un momento a otro.

Creo que este último atentado es  un punto de inflexión para el país. La zona de Sultanahmet, había permanecido hasta ahora  inmune a los ataques terroristas por su importancia turística y cultural  Es como si se hubiera violado esa sacralidad de Turquía que el mundo siempre ha admirado y que es, ni más ni menos,  el privilegio de ser punto de encuentro entre Oriente y Occidente.

Cada día descubrimos, que el uso sistemático del terror[  para coaccionar a sociedades o gobiernos, está muy bien estudiado y organizado por el Daesh  que ataca allí donde la repercusión mediática puede ser mayor. No podemos relajarnos, hay que mantener el estado de alerta siempre al máximo,  Roma, Londres, Washington o Al Andalus  no han dejado de ser objetivos contra los que intentarán perpetrar acciones criminales antes o después.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com