Por bienes comunes  se puede entender aquellos bienes  que pertenecen o son de usufructo o  consumidos por un grupo de individuos o por  la sociedad en su conjunto. Quizás,  ésta que acabo de dar,  podría ser la definición más o menos aceptada o compartida por la mayoría, aunque entiendo que a menudo cuando se habla de bienes comunes, no parece que todos nos estemos refiriendo a la misma cosa.  Sobre todo, creo, que no todos somos capaces de dar el mismo valor a esos bienes comunes. Recientemente he oído una definición que me ha llamado la atención y me ha gustado. Estos bienes comunes “también llamados bienes comunales o procomún, son aquellos recursos que son de cualquier persona pero que no son propiedad exclusiva de ninguna en particular”. Por ejemplo: las semillas, las calles, el software libre, el mar….” Otros bienes comunes de carácter más universal podrían ser el viento, la arena de la playa y los rayos del Sol, ni de propiedad privada ni publica y cuya titularidad es colectiva y universal.

Me surgen infinidad de preguntas al respecto de todos los bienes comunes, sobre todo, referidas a la actitud que las personas tenemos ante estos bienes que forman parte de nuestro ecosistema. Me pregunto también si cuando nos ocupamos de nuestro trabajo, de actividades que se refieren a un bien de interés común, somos conscientes del valor que tienen. ¿Se comportan siempre de manera responsable lo que trabajan para la sociedad en lo económico,  en lo jurídico,  en lo social y en lo político? En este último ámbito, incluso se tiende a confundir lo público con lo privado  y algunos casos de corrupción que hemos sufrido en los últimos tiempos así lo corroboran.

Hay algo que siempre me saltó a la vista cada vez que he querido disfrutar de la naturaleza, constatando la falta de respeto hacia esos elementos del medio ambiente que no son propiedad de nadie pero son de usufructo de todos y patrimonio de nuestra Tierra. Me refiero a los bosques, al campo, a la sierra, al mar… Es increíble la falta de sensibilidad que tienen algunas personas, dejando basura, ensuciando, estropeando, rompiendo y maltratando entornos naturales.

Desde luego hay que seguir trabajando, desde todos los ámbitos para contribuir a la construcción de una ciudadanía socialmente responsable, activa y comprometida con la necesaria transformación social a favor del bien común. La familia y los educadores, tienen una gran tarea por delante para obtener que las nuevas sociedades, incorporen el respeto por los bienes comunes en todas sus acciones. Ojalá y pudiéramos repetir con nuestras acciones esa máxima de Tomás de Aquino: “El bien común supera al bien particular”

por @mbellido

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