“Había en el país de Us un hombre llamado Job. Este hombre era íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal. Le habían nacido siete hijos y tres hijas, y poseía una hacienda de siete mil ovejas, y tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, además de una servidumbre muy numerosa. Este hombre era el más rico entre todos los Orientales.”

Así comienza el libro de Job en la Biblia. En pocas líneas se muestra el perfil del personaje: parece un hombre sin historia, un hombre fuera del tiempo y sin embargo este hombre llamado Job con su experiencia de sufrimiento y su  enfrentamiento con Dios  se convertirá en el emblema del padecimiento inocente y de los interrogantes del ser humano sobre el dolor. No es el hecho histórico lo que importa es el aspecto humano universal que de la historia se deriva.

Dios permite que Satanás someta a Job a numerosas y espantosas pruebas. Mientras Job sufre bajo las acechanzas del Mal, tres buenos amigos intentan consolarlo, tratando de convencerlo de que si sufre es por culpa de sus propios pecados.

Job se enoja y se defiende, pues él sabe que eso es un infundio y rechaza ese argumento con energía. Sin embargo, Job sigue quejándose.

Job no abre sus labios al pecado, abrirá su boca solo para gemir y clamar.

No maldice a Dios, pero maldice el día en que nació y llega a  invocar la muerte. El dolor lo hace profundizar sobre el fundamento de la existencia. El dolor le hace confundir vida y muerte. El tormento lo invade. Aparece un cuarto amigo que explica que el sufrimiento templa al alma y al espíritu.

Por último, Yahvéh se hace presente, reprende a Job por no haber aceptado Su voluntad y por sus quejas, y devuelve al protagonista a su antigua serenidad. “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”

Esta desesperación de Job ante el dolor se repite a menudo en muchos seres humanos ante situaciones incomprensibles, como la del trágico accidente ferroviario en Santiago de Compostela.

Job es la rebeldía contra la injusticia del sufrimiento y del “silencio” de Dios. Una parábola, que viendo las escenas de dolor de los familiares de las victimas de Santiago, me ha venido a la memoria. Una parábola que llega directamente al corazón y que  nos habla de un ser humano desesperado por el dolor, desconcertado y hundido por tantas amarguras,  a vueltas con su Dios y trajinado en el combate de la fe.

Job, es el emblema del ser humano que reflexiona, que habla, que se interroga, aunque se sienta aplastado por lo irracional del mal y del sufrimiento. La lectura de este libro es una reflexión sensata que ilumina y aporta esperanza y sabiduría  en la fatiga diaria de la vida.

En la imagen:  Job de  Léon Bonnat (1880) Museo de Louvre (París)

por @mbellido

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