No es sencillo hacer un alto en el camino y responder con detenimiento a una pregunta: ¿Quién soy yo? Tampoco es fácil recogerse en el interior de nuestro espíritu y preguntarse qué se está haciendo en la vida de verdaderamente substancial y útil. Sin embargo, a veces, ciertas encrucijadas de la vida nos frenan en seco y nos imponen la pregunta, con la consecuente tensión entre lo posible y lo imposible, entre lo que se tiene y lo que se desea. Siempre hay un cruce de caminos y, ante ellos, aparece la obligación de elegir, incluso a sabiendas que nos puede cambiar la vida. También la crisis económica ha llevado a muchos a convertir este tiempo en tiempo de opciones decisivas, incluso en medio de la confusión y de la tribulación más calamitosa. He encontrado hoy a un emprendedor con serias dificultades económicas. Estaba sumido en un mar de dudas y sus preguntas pasaban de ser meramente económicas a convertirse en trascendentales. Se preguntaba qué estaba haciendo en la vida y en algún momento también llegó a preguntarse quién era. Era imposible ante su vivencia no ponerse en su lugar, acallando incluso mis pensamientos. Me resistía a ser cómplice, también yo, del “no se puede hacer nada, es la crisis” y quedarme tranquilo.
Sentía, por una parte, la inutilidad de las falsas consolaciones y por otra parte algo me empujaba a abandonar la actitud egocéntrica de pensar que “suficiente tengo yo con lo mío”. Podía escucharlo, escucharlo profundamente y dejar espacio libre a sus reflexiones, podía, al menos, transformar mi actitud pesimista en esperanzadora, podía responder a sus preguntas sin dejar de salvaguardar la dignidad de aquella persona que en aquel instante transitaba por el sufrimiento, el conflicto y la injusticia.
Mi experiencia ante el límite ha vuelto a buscar respuesta en la esperanza, sabiendo que la adversidad no tiene ni tendrá nunca la última palabra. He vuelto a creer firmemente que el momento más oscuro de la noche es el que antecede al amanecer. Lo dejé con esta certeza y un puñado de ideas. He leído recientemente esta frase de E. Bach: “… el grito de ayuda está en el oído y es en ese momento cuando se realizan los milagros”. Me parece que de alguna manera yo también empiezo a creer en ellos.

por @mbellido

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