Hace años trabajé en una editorial que publicaba para el mercado hispano. Era una ventaja exportar aprovechando la posibilidad que ofrecían tantos países con la misma lengua. No se vendía mucho pero las ventas se producían además de en España en muchos otros sitios de America Latina y esto compensaba. El mundo editorial es fascinante y aprendí muchísimo en aquellos años. Entendí que un editor no siempre publica lo que le parece relevante e interesante en términos estéticos, literarios y de aportación de ideas. La investigación de mercado tiene un papel fundamental y se hacen muchos sondeos antes de tomar la decisión de poner un nuevo titulo en las librerías. Por otra parte entendí que el catálogo de las editoriales no es la suma de una serie de libros sueltos, se trata de componer un mapa donde autores y temas se potencien entre sí.
El mayor desafío del editor es obtener la mayor cantidad de lectores que se identifiquen con la editorial y con su línea. Es decir, conseguir su fidelización.
Me gustaba en aquellos años acudir a las Ferias del libro, Frankfurt era un paso obligad, como el Liber en Madrid o Barcelona, era el modo de descubrir que hacía la competencia, cuales eran las tendencias en cuanto a temas, diseño, precios, papel o maquetación.
Había que vender hasta el último ejemplar de las tiradas, lo peor que podía pasar con un titulo es que quedaran muchos ejemplares en stock en el almacén. Siempre bromeábamos sobre el argumento: había que evitarlo a toda costa para que no se lo comieran los ratones.
El ideal de un editor es no dejarse siempre seducir por el marketing, lo ideal es ofrecer en la medida que se pueda calidad, independencia de criterio y textos novedosos, pero esto es imposible sin buenas ventas. No todas las colecciones se venden igual. Con algunas sucede que se empieza vendiendo pocos ejemplares y a medida que va pasando el tiempo se va consolidando y el milagro de la multiplicación de las ventas se produce para aliviar las arcas y seguir publicando.
Hoy dicen que el mundo del libro está en peligro. Yo no lo creo. El libro es un objeto perfecto que sabrán apreciar también las nuevas generaciones. El libro electrónico convivirá con el de papel. El papel tiene un perfume que embriaga y su tacto sabe a caricias. Siempre habrá un romántico que se olvide que existe el mundo cuando pasea dentro de una librería.

por @mbellido

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