Hoy un chaval me preguntaba: ¿Qué significa pensar?, ¿qué es pensar?

Me he arreglado respondiéndole que era  una  actividad creativa de nuestra mente. Ahí me paré. Podría también haberle dicho que era lo que permite la existencia de algo mediante la actividad de nuestro intelecto, pero me pareció demasiado complicado para que lo entendiera, por su corta edad.

La reflexión que más tarde hice es que al ser preguntado y responder, mi pensamiento se estaba interrogando sobre el significado de pensar y en realidad estaba llevando a cabo un acto desde dentro  hacia más dentro.  Me daba cuenta que estaba interpelando a esa voz interior que me acompaña siempre y que es la que conceptualiza mi experiencia, mi realidad y mi vida. Un acto que interroga, al mismo tiempo, a mis raíces y a mi conciencia y, porque no, a Dios mismo.

Todos recordamos seguramente los conceptos que aprendimos estudiando Filosofía. Recuerdo de mis años de estudiante la definición de Descartes llamando pensamiento a todo aquello que se da en la mente y de lo que cabe ser consciente, también recordaremos con probabilidad una de las tantas  clasificaciones  sobre  los tipos de pensamientos ofrece la psicología: deductivo, inductivo, analítico creativo, sistémico, crítico,  interrogativo y social,  pero quizá,  pocas veces nos hemos parado a pensar el valor del pensamiento, es más, el valor que tiene pensar por uno mismo,  rechazando la cómoda y cobarde actitud  que otros piensen por nosotros.

Cuando pensamos por nosotros mismos, aunque hayamos escuchado y tenido en cuenta otros pensamientos, no nos abandonamos al monopolio absoluto o autolegitimado de las corrientes culturales en uso, sino que nos acercamos a la verdad como camino a recorrer.

 

Me ilusiona saber que nada me ata a pensamientos prefabricados, que puedo, siempre que quiero,  pensar por mí mismo, dejando que la inquietud de mi pensamiento busque siempre nuevas vías. Lo peor, a largo plazo, es acomodarse en pensamientos ajenos que aportan momentáneamente cierta tranquilidad, pero antes o después, terminan explotándonos entre las manos porque no contaban con nuestra convicción y voluntad. Es preferible arriesgar, atravesar desiertos de ideas u oasis de opiniones pero terminar pensando y decidiendo.  Pensar por uno mismo es un compromiso con la libertad.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com