Pasaron las elecciones europeas. La campaña electoral fue, al parecer de muchos, un verdadero desastre. Se habló de todo menos de Europa. Tanto se crispó el ambiente y tanta insensatez produjeron mítines e intervenciones de los dirigentes políticos que mucha gente, cansada, no fue a votar. Un síntoma clarísimo de la patología que aflige a nuestro sistema político: la incapacidad de promover un constructivo y serio diálogo social sobre temas de importancia estratégica para nuestro país. La mayor parte de los ciudadanos son conscientes de que España ha ido perdiendo peso en Europa en los últimos años. Últimamente, en las negociaciones en temas agrícolas, energéticos o de comercio, casi siempre hemos salido perdiendo. Quizás todo eso se deba a que, desde el mismo gobierno enredado como sigue en tantas iniciativas internas de contentamientos a élites minoritarias y a determinadas comunidades autónomas, no se tenga tiempo de elaborar una idea estratégica, nítida, de nuestro papel en Europa. De vez en cuando se lanzan slogan tipo: «Más Europa», pero sin que terminemos de enterarnos en qué consiste.

La UE, que constituye un punto de encuentro común fundamental para los europeos, un espacio donde los estados ceden cuotas sustanciales de soberanía para afrontar problemas comunes y regularlos, ha ofrecido a nuestro país, desde su ingreso, muchas oportunidades en aspectos de orden económico que no siempre hemos sabido aprovechar al máximo. Comunidades Autónomas, como la andaluza que tanto ha recibido, no han sabido siempre emplear fructíferamente la financiación proveniente de los Fondos Estructurales Comunitarios, concebidos precisamente para reducir las distancias socio-económicas al interno de la Unión Europea. Seguimos, después de muchos años, estando a la cola. Debilidades estructurales las seguimos teniendo y por eso necesitamos de Europa incluso más que otros países. Hay que trabajar para que antes del 2020, esa integración euro-mediterránea cómo área de libre intercambio que los países de la zona están desarrollando, beneficie a Andalucía. Es necesario influir en la coordinación de las políticas fiscales que emanan de la UE para evitar dañinas competencias. Es imprescindible invertir más en educación, innovación y medioambiente, porque son temas que pueden hacernos más competitivos y darnos más peso en el conjunto de la Unión.

Se ha perdido la ocasión de la campaña electoral para hablar de Europa y, una vez que las elecciones han pasado, la ciudadanía ha vuelto a olvidar que somos miembros de la UE y que mucho de lo que allí se legisla condiciona nuestras vidas. La esperanza que nos queda es que la nueva legislatura comunitaria ponga en marcha un renovado debate sobre estos temas, sobre nuestras raíces y sobre la Constitución. Debate que tendría que calar en nuestra sociedad y empujar al gobierno y a la oposición a plantearse seriamente una estrategia europea. Si no se hace, que nadie se sorprenda que en la opinión pública de nuestro país vaya creciendo ese fuerte sentimiento de euroescepticismo que se va consolidando ya en otros países.

Manuel Bellido

por @mbellido

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