Me gusta a veces alejarme del mundanal ruido y disfrutar de la naturaleza. Entonces, procuro dejar el coche al final de un camino en una zona abierta y adentrarme a pie en el bosque. Mientras lo hago, soy consciente de que dependo de mis piernas y de un sentido de la orientación distinto al que tenía mientras conducía el coche.

Algo parecido nos está sucediendo en esta etapa histórica que estamos viviendo. Nos estamos adentrando día a día en una realidad distinta de la que ya controlamos en nuestro día a día, en un mundo cambiante y en evolución frenética. Vivimos en tiempos de cambios exponenciales. Para atravesar este bosque casi totalmente desconocido es necesario reformular en nuestra mente nuestra visión del futuro y ese proceso lo tenemos que afrontar primeramente de manera individual. Aunque es obvio, y no habría ni que recordarlo,  lo primero que tenemos que reconocer es que el futuro será diferente de cualquier pasado. Las aguas no volverán nunca a su cauce, irán por otros cauces nuevos. El siguiente paso es organizarnos de otra manera, necesitamos nuevas herramientas,  nuevos sistemas para usarlas y metodologías ágiles  que se adapten a esta nueva era de la información y del Conocimiento que hemos empezado a  atravesar y que se abre con fuerza antes nosotros.

¿Hacia dónde vamos? Este es el segundo paso, la pregunta que debemos hacernos. Tendríamos que acostumbrarnos a trabajar haciendo con la mente un viaje al futuro, intentando ver  cómo será el mundo dentro de 20 años y qué podremos estar haciendo nosotros y nuestras empresas. Se trataría de mirar hacia delante y explorar bien el horizonte para señalar el camino a seguir por nosotros, nuestros equipos y nuestras empresas. Los avances tecnológicos nos están demostrando que el futuro no es una extrapolación lineal del presente.

El trabajo que estoy desarrollando en estos meses para la preparación de la Cumbre de Singularity University, en el próximo marzo de 2015 en Sevilla, y el acercamiento a algunas empresas de la Silicon Valley me están enseñando que la vida se compone de una serie de encuentros y experiencias en los cuales un acontecimiento, si sabemos aprovecharlo, puede influir en los que vendrán de una manera radical e impredecible, haciendo que el futuro sea muy distinto del pasado y muy distinto de cómo esperábamos que fuese.

Se necesita apertura mental y una buena actitud constructiva capaz de aceptar todas las discontinuidades que se puedan producir en nuestra vida profesional y empresarial. Probablemente aceptándolas seremos capaces no solo de sobrevivir en este nuevo viento de desarrollo que nos empuja, sino también de tener alguna posibilidad de éxito.

Si aceptamos el reto tendremos que estar dispuestos a desaprender las viejas reglas y estrategias. Las viejas recetas ya no nos serán útiles.  Como repetía Peter Drucker ya hace años, “cada empresa tiene que prepararse para abandonar todo lo que hace”.

Tanto está cambiando todo que las viejas ambiciones empresariales de  ser grandes y poderosos se están transformando en muchos casos en ser pequeños y flexibles para abarcar la gran red que envuelve el Planeta y ser competitivos en la nueva economía global.  Las nuevas tecnologías están haciendo irrelevante la situación geográfica de las empresas.

El pistoletazo de salida de esta nueva era se dio ya hace algunos años. No importa si nos incorporamos ahora, más vale tarde que nunca. Si queremos ganar, tendremos que reinventarnos e inventar. En palabras del profesor  Charles Handy, los triunfadores serán aquellos que inventen el mundo, no los que le sigan.

Manuel Bellido

 

por @mbellido

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