Se viven los últimos días de cada año haciendo buenos propósitos para el siguiente y deseándonos y deseando que el que viene sea mejor. Exteriorizamos este deseo a través de mensajes, felicitaciones, cartas, WhatsApp… Afrontar un nuevo año es la oportunidad de renovarnos, de cambiar, de pasar página y de reorientar nuestras vidas. ¿Por qué será que el ser humano cumple año tras años este mismo ritual? Ésta, como otras acciones, es una especie de rito y a los ritos, los vemos como necesarios para obtener algo. Este de todos los años, lleno de buenas intenciones, puede transformar la vida de mucho de nosotros y quizás sea por eso que sentimos la necesidad de repetirlo cada 365 días.

En mis felicitaciones de Navidad y Año Nuevo proponía cambiar nuestra mirada sobre nosotros mismos, sobre nuestro entorno y sobre el mundo. Cambiar la mirada puede significar entender nuestra vida, la de nuestra familia, la vida política y social de nuestro país y de nuestro mundo de otra manera, descartar la superficialidad, esforzarse en separar el grano de la paja, penetrar en el sentido profundo de las cosas, intentar desentrañar de los acontecimientos no solo su significado literal sino sus posibles resonancias  históricas, saber distinguir lo esencial de lo accesorio, adoptar una cierta actitud crítica ante las cortinas de humos, los discursos de mítines, los  populismos y la demagogia, elevarse de lo particular a  lo general y descender de lo general a lo particular,  entender los acontecimientos más allá de los titulares escandalosos o amarillistas…

En consecuencia, cambiar nuestra mirada, es modificar nuestras vidas, es reconciliar nuestro corazón para poder alojar la riqueza de otros seres humanos que nos pasan al lado, derribar las barreras que nos separan de ellos y deshacerse de aquello que nos imposibilita percibir las necesidades de los que nos rodean o de los que están lejos, contribuyendo a su dignidad y a su crecimiento.

Cambiar implica muchas veces un conflicto, pero vale la pena. Hace tiempo, en un momento laboral difícil de mi vida, cayó en mis manos un texto del cardenal y escritor británico John H Newman. No lo recuerdo literalmente, pero decía más o menos así: en un mundo superior puede ser de otra manera, pero, aquí abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces.

Por tanto, bienvenidos a todos esos cambios que hemos deseado antes de entrar en 2015 y bienvenidos también a los desafíos que nos proponemos o que nos encontramos.

El nuevo año, lo estamos escuchando a diario en estos días, señala un horizonte de esperanza. También el horizonte de nuestras vidas es posible cultivarlo y cambiarlo para mejor. Depende, en buena parte, de cada uno de nosotros, pero, para cambiar nuestra mirada lo primero que hace falta es la intención de hacerlo.

 Un feliz Año Nuevo.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com