Mi abuela me enseñaba cuando yo era niño que «el bien se hace a escondidas», sin proclamarlo a los cuatro vientos. En estos días tan extraños que estamos viviendo por la pandemia, veo infinidad de personas, voluntarios de ONG, gente comprometida con Caritas, o con Banco de Alimentos, gente que no recibe nada a cambio por obrar el bien y que con gran corazón y de manera anónima están ayudando a gente que lo necesita, donando alimentos, ofreciendo ayuda económica, haciendo una sencilla llamada telefónica.
Son gestos aparentemente pequeños pero llenos de significado y que denotan un gran corazón. Es así que construimos los nuevos cimientos de solidaridad que el mundo necesita. Me conmueve, mientras afloran un fuerte sentimiento: gratitud.
Son gestos aparentemente pequeños pero llenos de significado y que denotan un gran corazón. Es así que construimos los nuevos cimientos de solidaridad que el mundo necesita. Me conmueve, mientras afloran un fuerte sentimiento: gratitud.