En las redes sociales y en los medios de comunicación se sigue repitiendo que «todo cambiará» después de la pandemia. Se concluye que cuidaremos más la salud, la solidaridad, tendremos más respeto por la naturaleza y habrá la vuelta a una nueva “normalidad”. Sin embargo, basta echar un vistazo a la gestión del Gobierno, para comprobar que desafortunadamente desde lo político no todo se está moviendo en la dirección correcta. Sigue habiendo contagios y muertos, se sigue sin hacer pruebas masivas a la población, por falta de test, y mientras no pueda haber PCR, es decir test de antígenos y serológicos, no tiene sentido hablar de desconfinamiento.
Se echa de menos una coordinación científica independiente que tome decisiones sin condicionamientos políticos o ideológicos. El caos de los datos es asombroso; ahora admite el Gobierno que no controla las cifras de la pandemia y la duda es lícita: ¿negligencia, incapacidad o mentira? Felipe González, decía con razón días pasados que “algunos políticos se han portado con la soberbia de pensar que sabían más que los científicos”.
El siguiente problema es económico. Las ayudas del Gobierno a las empresas son seis veces menores que las de Alemania y la mitad que las de Francia e Italia. Se sigue demonizando a la empresa y ninguneando a los autónomos. El problema no será entonces solo cómo vamos a relacionarnos cuando todo esto acabe con los vecinos, amigos y familiares, sino también como vamos a gestionar un país que, si sigue así, con esta política económica, podría llegar a tener 6 o 7 millones de parados.
Un desastre que proviene de deficiencias en las medidas, falta de acuerdos con la oposición y una lucha interna en el Gobierno, según publicaba recientemente The Economist, panorama que se hace cada vez más visible a los ojos de todos y de ahí que en Twitter, el hastag #sanchezveteya arrase en España y se haya convertido en trendig topic mundial.
Reconducir todo esto no solo requiere inversiones, sino también un deseo honesto de despejar muchas sombras de la vida y de las actividades del país haciendo política con la “P” mayúscula.
En serio, ¿alguien piensa que para comenzar de nuevo con el pie justo después del bloqueo del coronavirus no necesitaríamos gente sensata al frente del ejecutivo que no antepusiera ambiciones personales y soberbias, que no fueran esclava de ideologías trasnochadas y rancias? La realidad es que hay una herida abierta en España que tiene que ser tratada de urgencia. No perdamos la esperanza, no nos resignemos, las cosas se pueden hacer de otra manera si queremos un mañana más saludable para todos, garantizando el bien común en nuestra querida España.