Hay informaciones que trascienden menos que los amoríos de Gran Hermano, las operaciones de estética de Belén Esteban o los cotilleos de Sálvame Deluxe. Se me ocurren tres de las tantas que discurren por el río de la vida. Voces mudas, gritos desgarrados de niñas y mujeres que siguen sufriendo aberraciones físicas y psicológicas sin poder decir no a la humillación de su dignidad.

La primera tiene lugar en Kinshasa, Congo. Numerosas niñas deambulan por las calles, abandonadas a su suerte. Afortunadamente, la organización internacional For a Smile, está llevando a cabo una recogida de donativos para construir «Talitha Cum», un centro de acogida para esta infancia del Congo. Estas «niñas de la calle» viven una experiencia trágica de marginación, abandono y malos tratos y esta ONG ha puesto en marcha un proyecto solidario para acogerlas, alojarlas, educarlas y salvarlas así la tragedia. Son niñas de 0 a 16 años, hijas de la pobreza más profunda y de una sociedad lacerada por la desigualdad y la miseria. Han perdido a sus familias y huyen de la guerra, del hambre, de las violaciones.

La segunda historia se vive en Irán. El movimiento femenino iraní, reprimido durante los últimos años, decidió dejar sus miedos a un lado y protestar. Desde el pasado mes de junio, durante los disturbios por la reelección de Ahmadinejad, todos los sábados se reunía en un parque de Teherán, llamado Laleh, un grupo de mujeres vestidas de negro en signo de luto, conocidas en la prensa internacional como «mourning mothers». Con su sola presencia querían protestar por la desaparición, el arresto o el asesinato de sus hijos en las acciones de represión llevadas a cabo por el régimen contra la oposición. La policía vigilaba el parque dificultando las manifestaciones de estas mujeres y llegó a arrastrar a treinta de ellas a los furgones policiales para encerrarlas.

Por último nos situamos en África subsahariana y en Asia meridional. Se trata de los miles y miles de casos de matrimonio de niñas. En Nigeria el 77% de las mujeres entre 20 y 24 años se ha casado antes de cumplir los 18. En Bangladesh la tasa es del 65%. Es una forma generalizada de abuso sexual y explotación de las niñas. Las consecuencias son terribles no sólo por la separación de la familia o por la falta de libertad para relacionarse con otras niñas de la misma edad sino por no poder asistir a la escuela y recibir una educación. El matrimonio infantil acarrea en muchos casos trabajos forzados, esclavitud, prostitución y malos tratos. Estas menores no pueden resistirse y evitar las relaciones sexuales ni insistir en el uso del preservativo, se exponen a graves riesgos de salud, a embarazos prematuros, a infecciones y al SIDA. Todos estos son hechos inquietantes y en muchos otros lugares del mundo hay mujeres que siguen buscando a la desesperada una sociedad donde por ser mujer no sean invisibles y tengan voz propia.

Quien mire para otro lado, o no quiera ver estas raíces de mal, obra de mala fe o es ciego incurable. Habrá que armarse de valor y seguir trabajando para cambiar las cosas, si no tendremos que llegar a la conclusión inapelable de que el egoísmo y la falta de valores siguen al libre albedrío, haciendo todo lo posible por empeorar el mundo.

Manuel Bellido

por @mbellido

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