En Europa los índices de lecturas son desiguales. La UE dista mucho de ser uniforme en cuestiones de lectura. Sabemos que los que más leen son los suecos seguidos de finlandeses, luxemburgueses, daneses, holandeses y alemanes. Por debajo de España solo se encuentran Gracia y Portugal.
Hay datos que demuestran que 80 por ciento de los suecos ha leído al menos un libro en su vida y el 71,8% lee habitualmente libros. ¿Se deberá al clima, el hecho de que los europeos del norte lean mucho más que los del sur? Los del norte leen un promedio de 5 libros por año.
Las vacaciones serian una óptima ocasión para leer. Sin embargo las estadísticas dicen que los españoles son los europeos que menos aprovechan el tiempo de vacaciones para coger un libro entre sus manos. Un estudio realizado en 2011 por la consultora británica YouGov sitúa a España en la cola del ranking de lectura con una media de 1,7 libros leídos durante las vacaciones, por debajo de la media europea que es de dos libros por persona. Lo peor no es leer poco en vacaciones. Lo peor es que muchos no leen nunca. Según la Federación de gremios de editores de España, el 46.5 por ciento de los españoles nunca lee.
A nivel mundial y según la UNESCO, Japón tiene el primer lugar en el hábito de la lectura. El 91 por ciento de la población está acostumbrado a leer.
Sin embargo, no basta leer, hay que entender lo que se lee.
Hay un dato muy interesante que recientemente he conocido a través de la web de la OCDE sobre los países que mejor entienden lo que leen. Finlandia encabeza la lista de los que mejor entienden lo que leen, seguido por Canadá, Nueva Zelanda y Australia. Como decía Confucio, oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil.
He creído siempre que cuando se lee, el libro habla y la mente contesta. Ese dialogo único y extraordinario. Los buenos libros son como ciertos insectos que llevan el polen de una mente a otra. Ahora, si me disculpáis me ausento, me esperan las últimas páginas de El Futuro del Hombre, el último libro que estoy leyendo de Pierre Teilhard de Chardin.