Me acaban de preguntar cuál ha sido el momento de felicidad más intenso que he experimentado hoy desde que me he despertado esta mañana. Una pregunta difícil de responder. Ya que han sido varios estos momentos, comenzado por ese mismo momento que he abierto los ojos y he pensado que un nuevo día me habría ofrecido infinidad de posibilidades para crecer, aprender y donar algo de mí a quien me rodea. No es una pregunta fácil, le he respondido a quien me la hacía, sin embargo he querido contentarla, buscando en mi memoria un momento muy especial.
Ha sido esta tarde, entrando en una librería, con la intención de comprar un nuevo libro que me haga compañía en estas las tardes calurosas de julio. La escena se ha desarrollado en una librería, una pequeña librería en un pueblo de la provincia de Cádiz. El protagonista ha sido un librero, de esos especiales y exclusivos que apenas quedan; un señor culto, educado y amable que ante mi excitación delante de la estantería dedicada a la Historia, me ha sonreído divertido y sin pensarlo un momento, ha escogido un volumen y lo ha puesto en mis manos. El gesto venía acompañado de unas palabras: “Grecia, la cuna de la civilización occidental”. El titulo era tan sugerente que no pude resistirme: “El mundo del Egeo en el segundo milenio” Mientras lo introducía en la bolsa y me daba el resguardo de compra añadió: “La historia de la Grecia Antigua es como una especie de cuento con final feliz”. Si, le respondí, es una historia que ha cautivado y sigue cautivando, a lo largo de los siglos, a tantos espíritus inquietos y con ganas de ver más, una cita imprescindible en el aprendizaje humano.
Salir de la librería con ese retazo de historia condensado en un libro, me inyectó una buena dosis de felicidad.