El populismo de Podemos sigue improvisando propuestas como si se tratara de un ensayo. A mi manera de ver, este partido, con sus declaraciones, muestra un ejercicio constante de experimento de la política, por supuesto, inadecuado y vulgar. La última del jefe de Podemos ha sido atacar a De Guindos en el Europarlamento. Ciertamente el utilizar un puesto como el de europarlamentario para hacer “política interna”, atacando al gobierno de España, dice muy poco de Pablo Iglesias y de su sentido de estado. Nos pone difícil, con esta actitud, confiar en él. En otro momento ha vuelto a prometer, otra vez, que si gobierna, aplicará la Renta Básica Universal pero, a continuación, dice que no la aplicará por el momento. No hay ni una sola medida económica de su programa que, al analizarla, salgan las cuentas. Estos aprendices de políticos siguen experimentando y prometiendo; sin embargo, hay muy poca concreción. En casi ninguna de esas “promesas-propuestas” se da una receta de cómo se aplicaría o de cuánto costaría, de dónde saldrían los dineros para llevarla a cabo y cuándo entraría en vigor. El vocabulario de Podemos como, en general el de la izquierda radical y del populismo, está lleno de palabras como impulsar, mejorar, estudiar, revindicar, revocar, promover, analizar… Probablemente son palabras que alivian momentáneamente a quienes quieren mejorar vida; pero, careciendo de fundamento, más tarde o más temprano dejaran mal sabor de boca por sus incumplimientos. Así ha sido siempre el populismo y así sigue siendo. España sigue necesitando mesura, sensatez y especialmente calidad política. En esta carrera al poder en los Ayuntamientos y en las Comunidades Autonómicas de algunos partidos políticos, no vemos ni claridad, ni sobriedad, ni verdad argumentaria. Vemos mucho juego sucio y poca lealtad. Con estos mimbres lo único que se consigue es el deterioro de todos nuestros ámbitos sociales.