Hoy, el Parlamento catalán se declaraba al margen de la ley aprobando una declaración soberanista, como primer paso para la secesión de Cataluña. Es sorprendente el contraste de esta realidad con la realidad que empuja a la humanidad desde que el hombre tuvo conciencia de su destino.
Hoy, espíritus generosos, por doquier, trabajan para armonizar y equilibrar en el mundo las fuerzas individuales y colectivas, abolir la dispersión y promover la unión. La Tierra camina decididamente hacia el reforzamiento de un tejido único y los pueblos tienden irreversiblemente hacia la unidad. Artur Mas y unos poco más, sin embargo, enarbolando una doctrina del aislamiento privilegiado revestido de modernidad, persigue el falso sueño contranatural del egocentrismo, empujando a un pueblo engañado al límite extremo de “cada uno por su cuenta” que estaremos mejor.
Desde que la vida apareció sobre la faz de la Tierra ningún elemento puede moverse ni crecer sino lo hace con otros y a través de otros. Las puertas del éxito de la sociedad humana y su porvenir no se abrirán para unos pocos elegidos o solamente para un pueblo escogido. Se abrirán gracias al esfuerzo de todos, unidos por un mismo objetivo. Aunque algunos se esfuercen en ridiculizar su enunciado, la unidad universal no nace de una fe ingenua y utópica, es la lógica de nuestra evolución. Ningún buen futuro puede perfilarse para el ser humano sino está basado en la asociación con todos los demás. Quien no quiera ver esta realidad está obligado a cerrar sus ojos y tapar sus oídos. Es lo que algunos están haciendo en Cataluña, que además malgastan energía para perder tiempo o conseguir con una supuesta independencia que las próximas generaciones de catalanes, vivan mucho peor que sus padres.