¿Alguien alguna vez asumirá la responsabilidad de todo lo que está sucediendo? ¿Seremos capaces de ver que la creciente tendencia hacia el individualismo y el debilitamiento del sentido de comunidad termina generando no fortaleza sino desprotección de todos en contextos económicos y sociales? ¿Por qué se ha permitido que en ciertos contextos económicos no se respete la dignidad de todos los seres humanos y en muchos casos muchas personas sean considerada como material descartable?

Es sorprendente ver como en muchos países se descuida la educación por el hecho de no tener funciones monetarias o se usa para someter y discriminar al otro cincuenta por ciento de la población que son las mujeres.  Ni siquiera la ONU, tras haber alertado de los grandes desafíos que tiene por delante el planeta y haber lanzado esa original caja de herramientas que es la Agenda 2030, intenta poner orden en su casa, por  ejemplo en el Consejo de Seguridad que a veces es el escenario de un teatrillo donde se celebran operetas con guiones repletos de falsas buenas intenciones, de mentiras, de exhibiciones de egoísmos y de declaraciones pomposas que no sirven para resolver graves conflictos, porque las decisiones siguen estando en mano solo de algunas potencias por la capacidad de bloqueo.

Por ahora ningún líder político ha mostrado agallas para trabajar incansablemente para alcanzar la paz, erradicar la pobreza o el hambre o convencer de la importancia de respetar la naturaleza. Es difícil dar credibilidad a quien habla de que no hay que contaminar y sin embargo es el primero en hacerlo, a quien habla de pobres y sin embargo gasta en inutilidad sin miramientos. Déjenme decirles que, aunque muchos se vistan de “mesías” ninguno de ellos tiene la coherencia y la honradez de un San Francisco que fue consecuente hasta el final en su amor por los pobres y la naturaleza.  

Hasta la actual llamada izquierda que tanto habla de la clase obrera y humilde se olvidó que no solo se debe ser, sino también al menos parecer ser y desde hace tiempo apenas llegan al poder se comportan como los más feroces capitalistas en una diabólica exaltación del lucro económico personal como paradigma dominante entre sus dirigentes.

El mundo está en tránsito, así lo veo, pero hacia donde va no lo sabemos, porque los poderes políticos y económicos han perdido la compasión frente al ser humano y esto lo han ido contagiando a la sociedad. La democracia vive acosada por la deshumana mala economía. Distraídos como estamos con los “tira y afloja” entre la mala economía y la mala política no se termina de dar una respuesta a los desafíos sociales, económicos, ecológicos, de salud y educación que afectan a la mayoría de las poblaciones. No es la eficiencia de los mercados, ni las recetas de los populismos, ni las tecnologías exponenciales o las proclamas de los políticos que venderían su alma al diablo por conservar el poder sin importarles nada el destino de sus países, la que puede salvarnos de una catástrofe. Tampoco ayudará a afrontar los retos la ausencia activa de la sociedad civil, mutilada como está en la actualidad por una cierta tecnología y la cultura nihilista que la ahoga.

El pobrecillo de Asís, quiso vivir pobre y dejarse tocar por la pobreza de la gente. Francisco fue un reformador social como apenas se ha conocido a otro desde los días de Cristo. No estaría mal que de vez en cuando mirásemos su ejemplo. Para un mundo que pide a gritos la paz nada más actual y providente que el mensaje del “pobrecillo de Asís”, un mensaje de paz que llega hasta nuestros días.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com