¿Os imagináis a Miguel de Cervantes, a Leonardo da Vinci o a Shakespeare en las redes sociales y usando Twitter? Los 140 caracteres de sus mensajes nos harían fijar la mirada sobre la pantalla de nuestro smartphone y reflexionar sobre lo escrito. Probablemente sus Tweets los leeríamos dos veces.

Para escribir sólo hay que tener algo que decir, así lo decía nuestro admirado Camilo José Cela y hoy, desgraciadamente, se escribe demasiado sin tener realmente algo que decir. La escritura de los grandes escritores siempre nos ha proporcionado la mejor manera de leer la vida. Escribir es un oficio que se aprende escribiendo. Sin embargo, Twitter, que además parece favorecer no la sensatez sino el impulso instintivo, no ayuda mucho a expresarse correctamente, por la limitación de extensión en el plasmar un pensamiento. Para escribir bien, ante todo hay que saber escribir correctamente. Es decir, conocer las reglas convencionales de la escritura, la gramática y la sintaxis. Nunca me cansaré de decir que se llega a la escritura partiendo de la lectura. Para escribir hay que pensar y la lectura es la mejor marera de estimular nuestros pensamientos. Hoy la afición a la lectura no es la que más tirón tiene.

Lo malo o lo bueno de Twitter es que cuando uno escribe un mensaje, aunque se tengan miles de seguidores, nunca se sabe si lo han leído multitud o lo hemos escrito y leído sólo nosotros. A veces se escribe un mensaje como si este lo fueran a leer todos los habitantes del Planeta y, sin embargo, no lo lee nadie. Otras veces se escribe algo sin darle demasiada importancia y, nos llega el eco alcanzando a mucha más gente de lo que pensábamos. Otra de las ventajas o desventajas que tiene Twitter es que, a diferencia de la palabra oral, que dura la inmediatez del momento, la palabra escrita a través de un mensaje permanece plasmada, como si se escribiera sobre un papel, pero, a diferencia de este, que se podría perder o borrar, en la red queda archivado y predispuesto a ser consultado por cualquiera en cualquier momento si no nos ocupamos de borrar el mensaje. Esto presupone que los demás, sólo consultando nuestro historial, podrán hacerse una idea de nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestra forma de ser, actuar y reaccionar.

Twitter se autodefine con demasiada ligereza mundo de comunicación, siendo demasiadas veces todo menos eso. La palabra comunicacion, de hecho, deriva del latín communicare, que significa “compartir algo, poner en común”. A menudo en la red social no se pone en común, ya que para hacerlo se necesita talante y generosidad. A menudo, la red social viene usada para entablar una lucha, para ofender, banalizar o mentir.

La palabra escrita debería nacer en una pausa de reflexión y de silencio y ser recibida por quien la lee también en un espacio interior de reflexión. De eso saben mucho los grandes escritores, como los que citaba al principio, cuya escritura permanece en los siglos y sigue provocando reflexión a distancia de tiempo. Desafortunadamente en la red prevalece el ruido; ni quien escribe ni quien lee puede permitirse el lujo del sosiego necesario para acoger y generar el pensamiento.

Manuel Bellido
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