Muchos dicen que el escenario económico actual se va pareciendo cada vez más al de los años setenta: inflación y recesión. En muchos templos de la Bolsa y otros tantos centros de análisis económicos mundiales se susurra una palabra que ya quisiéramos los ciudadanos haber borrado del diccionario: «estanflación», es decir, depresión económica unida a la inflación. En nuestro horizonte también se viene divisando desde hace meses ese mixto canallesco de recesión e inflación, que fue una plaga en los inolvidables años setenta.

Aquella época de «sex, drugs and rock & roll», de Carole King, James Taylor, James y Jackson Browne, del poeta Leonardo Cohen, Joni Mitchell, y Bruce Springsteen, de series televisivas como La casa de la Pradera, Los Ángeles de Charlie o Bonanza, del pop-art de Andy Warhol, y de pensadores como Erich Fromm, Albert Ellis, Alan Watts, D.T. Suzuki, Aldous Huxley, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, fue azotada por una de las peores crisis económicas, después de la gran depresión de 1929. Dos crisis petrolíferas y los errores de las políticas monetarias con las que se intentó afrontarlas fueron las causas. Los peligros de la inflación se ignoraron y se hizo de todo para sostener el crecimiento, manteniendo bajo el coste del dinero. Cuando los políticos se dieron cuenta ya era demasiado tarde y no se podía volver atrás: para enfrentarse a la estanflación, los instrumentos monetarios clásicos resultaron anticuados.

La economía americana locomotora del crecimiento global arrastró a todos los demás países. La década había comenzado con una tasa de inflación del 5,5 por ciento, pero ya en 1974 a EEUU les sobrevino el estacazo de la crisis petrolífera y el índice de precios al consumo aumentó un 12,2 por ciento.

En 1979 los fundamentalistas musulmanes tomaron el control de Irán bajo el liderazgo del Ayatolá Ruholá Jomeini, y al mismo tiempo les llegó a EEUU el segundo bastonazo económico: el coste de la vida, en un solo año, se puso en el 13 por ciento. La inflación erosionaba el crecimiento económico, anulaba los beneficios y el PIB americano se convirtió en negativo: -0,5 por ciento en 1975 y -0,2 por ciento en 1976.

También hoy los EEUU guían la economía mundial y el dilema vuelve a ser el mismo: parar la inflación ralentizando el crecimiento o sostener el crecimiento esperando que frene la subida de los precios. Está claro que muchos gobiernos, incluido el nuestro, han optado por la segunda opción y esa, precisamente, fue la opción que nos llevó a la estaflación en los años setenta.

Si la tasa de inflación en Estados Unidos es de verdad del 6,8 por ciento, quiere decir que el crecimiento real de la economía americana se acerca peligrosamente al 0. Queramos verlo o no, estamos entrando en una fase de estanflación: los precios suben, la economía no crece y muy pronto los instrumentos monetarios dejarán de funcionar.

Aquí no se salva ni China que en enero había superado ya el 7% de inflación.

Mientras tanto, a toda esta situación generalizada, en nuestro país hay que añadir el déficit exterior que ha superado ya los 100.000 millones, el problema de la venta de la vivienda que ha caído más de un 20% por la crisis de confianza de los compradores y los salarios que crecieron cinco puntos menos que los precios en el último trimestre de 2007. Esperemos que el gobierno no se limite a escenificar que está preocupado por las familias, dándoles 400 euros, sin atajar los problemas reales con soluciones reales. No sería bueno para este país ni para este gobierno del PSOE que, al final de la nueva legislatura, supere sus propios resultados de 1996 con 3 millones de parados y unas arcas públicas vacías.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com