Repasando lo que he escrito en las últimas semanas en mi diario, encuentro repetidos comentarios sobre la crisis económica mundial, el levantamiento del mundo árabe, el terrorismo islámico y el terrorismo etarra, las desdichas de los japoneses en el último mes, los conflictos bélicos en África, el hambre en el tercer mundo y la corrupción en la política española. Mis apuntes no pierden nunca de vista la Historia, reciente y pasada, y desde esa perspectiva enriquecida por la lectura constante del pasado comento lo que acontece en la actualidad. En realidad, comentando estas noticias, hablo de injusticia, de guerra, del mal, de la mentira, de las peripecias y los juegos de poder en nuestras democracias y del desarraigo de valores en la sociedad.
La presencia del mal en la conducta humana parece casi constante, incluso a veces, el mismo mal se suele revestir de la apariencia del propio bien para contaminar los impulsos positivos y generosos de los seres humanos. Son enormes piedras que tratan de frenar el fluir de las aguas en el río de la vida. En este andamiaje de miserias intento siempre detectar algo de bueno y como en esas pequeñas esferas mágicas donde la nieve flota come en una tormenta en montaña y se va asentando lentamente, intento esperar el instante donde el agua se hace trasparente y descubro la escenográfa en miniatura que la falsa nieve había escondido. Así es el bien, casi siempre vive escondido y en sordina. El mal hace más ruido. El bien en el mundo me recuerda esos prados primaverales en alta montaña en su constante florecer minúsculo y colorido.
Esta mañana me ha llegado una nota de Hervé Ludovic de Lys, representante de UNICEF en Costa de Marfil: “Sigue siendo difícil para nuestros equipos circular por Abiyán, pero UNICEF está avanzando poco a poco y sin parar, llegando a la gente para entregar la ayuda que tanto necesitan”, “Retomaremos las campañas masivas de vacunación tan pronto como la seguridad lo permita.” Esta noticia que no recoge ningún medio de comunicación es la constatación que el Bien no hace ruido. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, sigue trabajando y ha enviado más de 60 toneladas de suministros médicos, nutricionales, educativos, agua y materiales de saneamiento a Costa de Marfil. Por otra parte he sabido por Manos Unidas que los salesianos de Duekoue también allí, en Costa de Marfil están acogiendo en la parroquia a cerca de 30.000 refugiados. Muchos niños de aquellas tierras podrán mirar al futuro con algo de esperanza porque el trabajo silencioso de estos religiosos es constante y sin reservas. El bien existe, es como el agua de un río que sigue su cauce, fluyendo sin cesar, no se lleva por delante las piedras que encuentra, pero las acaricia constantemente para darles dulces formas y limpiarlas. El bien es discreto pero tenaz.

por @mbellido

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