Estoy leyendo de nuevo La Divina Comedia de Dante. Lo hago en una edición de la Biblioteca Newton de 1994. Un libro que conservo en mi biblioteca en un lugar privilegiado. Es sin duda la obra mas importante de la literatura italiana. 100 cantos de altísima, absoluta poesía.  Infierno, Purgatorio y Paraíso. Cada canto fue compuesto por tercetos entrelazados endecasílabos o terza rima que, se dice, él mismo inventó.

Hijo de Alighiero II de los Alighieri y Bella, Dante pertenece a una familia de la pequeña nobleza florentina güelfa, de escasos recursos económicos. Pero esto no le impidió frecuentar la vida elegante de la ciudad y dedicarse a sus estudios. Antes de los 18 años, de hecho, ya estaba educado en gramática, lógica y retórica, y componía versos en lengua vernácula. La juventud de Dante está llena de experiencias que lo hacen parte activa de la noble sociedad florentina de su tiempo. Sin embargo, es sobre todo la experiencia del sentimiento amoroso incumplido hacia Beatrice lo que deja la huella más profunda para la formación de su personalidad como poeta. Su primer encuentro se remonta a 1274 y desde entonces comenzó a escribir sobre este amor, siguiendo primero la lírica cortesana de la escuela siciliana y de los “guittonani en Toscana” y más tarde entrando en el círculo aristocrático de nuevos poetas pertenecientes al Dolce stil novo.

La muerte prematura de Beatriz en 1290 acentúa el proceso de idealización de su amada por parte de Dante y al cerrar la obra La vita nuova, se compromete a prepararse para una obra aún mayor.

En el período siguiente profundiza su cultura literaria y filosófica con el estudio de las obras de Virgilio, Horacio, Cicerón y Séneca.

El fervor y el estudio con que cultiva su gran amor no lo alejaron de la vida política de su ciudad.

Varios factores contribuyen a la riqueza del lenguaje de Dante, que recuerdan los campos filosófico, estético, moral y teológico. La palabra, para el Poeta, introducida en el círculo comunicativo, es portadora de la profundidad emocional del agente lingüístico. Si esta profundidad está en contraste con el Bien Supremo, la palabra misma puede convertirse en una «semilla de operación» destructiva. En la Divina Comedia, esta concepción se expresa mediante una imagen polisémica, de fuerte valor religioso: la lengua de fuego. Como el fuego, la lengua quema, destruye o ilumina y calienta, se convierte en el medio de la revelación del espíritu y puede ser causa de una acción moralmente positiva o negativa.

Me da su lectura un sentido de infinito.

por @mbellido

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