Me pregunto a menudo si la TV que se ve  actualmente en España es un instrumento útil al bien común o un instrumento de división, desinformación y propaganda política, que deteriora la convivencia y la concordia. Desde luego bajo el perfil educativo, cultural y civil encuentro en buena parte de la programación de casi todas las cadenas carencias imperdonables.

Es indiscutible el poder que ejercita, la que en un tiempo llamábamos “caja tonta”.  Un poder que comparte con otros medios de comunicación, pero que en la TV es más evidente. Una  influencia directa ejercida sobre aquellos telespectadores que dedican varias horas al día a su consumo.

Cuarto poder llaman al de  los medios de comunicación. Un poder  que bien manejado puede orientar el comportamiento y el pensamiento de muchas personas, obteniendo adhesión. Una adhesión fruto de la seducción. Una influencia que probablemente no actúa directamente sobre el pensamiento del telespectador, haciéndole cambiar radicalmente y al momento su orientación;, más bien establece una especie de muestrario temático muy sutil  al cual  las personas se adaptan. Lo que dice la TV en cada momento, sea en el telediario, en las tertulias o en cualquier otro tipo de programa  se convierte en  lo más importante, en los más candente y relevante  de la actualidad, Considerando el tiempo dedicado a dicho tema, el horario en la programación y la intensidad en su enfoque se situará más arriba o más abajo en la escala de valores y de prioridades del telespectador.  La elección que la TV hace a diario de su programación, la elección que se hace de las noticias y de su orden de exposición incide en el modo de pensar del telespectador. Un efecto que en muchos casos no es instantáneo, es a medio y a largo plazo. Muchos llaman a este poder ejercido por la TV, canalización manipulada del consenso.

Mal asunto este de la TV que tanto poder ejerce y que sin embargo, se muestra sustancialmente pobre de capacidad crítica, esclava de las apariencias, idolatra de lo efímero, de lo emocional y del consumo,  plataforma de la vulgaridad y de la violencia.

Muchos dicen que el deber de la TV no es el de educar,  sino de entretener e informar, una razón que se contradice en cierto modo, ya que un porcentaje altísimo de programas son el espacio de una extraordinaria y prepotente propuesta de modelos de comportamiento; en muchos casos contrario a las reglas de la convivencia civil, condimentados con grandes dosis de vulgaridad y violencia.

Para aquellos que puedan pensar mal, aclaro que con esta reflexión  no estoy invocando un sistema de censura, estoy pidiendo una dosis de mayor responsabilidad en los editores, un mayor pluralismo y una recuperación de humanismo en la programación de  un medio que ha penetrado tan descaradamente en nuestras casas y en nuestras vidas.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com