He sabido que un grupo de investigadores de la Universidad de California, a llevado a cabo un estudio sobre un grupo de chicos de entre ocho y diez años, a los cuales se le pedía de realizar tres actos de amabilidad diarios hacia los compañeros de clases, durante un periodo de cuatro semanas.  El resultado ha sido magnifico, los que más se empeñaban obtenían más popularidad  y en general el clima de la clase era mucho más alegre y sereno. Los investigadores sostenían que la amabilidad recompensa, se trata de un comportamiento que obtiene resultados  positivos en quien la practica. En la sociedad actual hay una corriente que sostiene que la cortesía y las buenas maneras son un signo de debilidad. La bondad no solo no está de moda, es impopular y a menudo se ridiculiza. Casi siempre, en mi carrera profesional, he tenido la suerte de trabajar «en equipo» en las distintas empresas donde he prestado mis servicios y  he constatado que más se acentuaba un clima de colaboración y de reciproca amabilidad, más y mejores resultados se obtenían.

Recuerdo la respuesta de José Antonio Marina a este propósito, en una entrevista  que leí hace algunos años: “nuestro gran recurso es la inteligencia; la gran inteligencia es creadora e inventiva; y por último, los dos grandes enemigos de la inteligencia son la pereza y la maldad. Cuestión esta última un poco extraña, ya que la maldad parece tener un prestigio intelectual que no se merece. La forma más inteligente de ser inteligente es la bondad. Aunque se diga -es una de las grandes estupideces de nuestro tiempo- que el bueno es tonto. Si las personas buenas pusieran un poco más de energía en eliminar a los malos que son unos gorrones -se aprovechan de cosas que no se merecen-, se instauraría una especie de socialismo de las oportunidades

Se que la amabilidad es contagiosa, he tenido ocasión de comprobarlo. He visto ambientes de trabajo transformarse gracias a la bondad de alguien que iba sembrando y de repente algo cambiaba. La consideración y el respeto hacia los demás contienen valores de cohesión social, difícil de alcanzar de otra manera.  A veces la dureza en el trato, la indiferencia, el desprecio,  la tosquedad y aspereza  en el trato y en el lenguaje se quiere considerar franqueza y la sinceridad.  Nada que ver. Mucho cambiaria nuestro ambiente, nuestros trabajos, nuestras ciudades si una buena dosis de amabilidad fluyera entre todos. Estaríamos mejor todos, nosotros y los demás. Máximo Gorki decía:”Un hombre alegre es siempre amable”, yo añadiría un hombre amable está siempre alegre.

por @mbellido

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