Persuadir, manipular y compartir son tres caminos que se abren en el ámbito de la comunicación.  Diariamente se disparan  informaciones  desde la política, desde la publicidad y desde los medios de comunicación y no siempre el receptor se pregunta cuanta verdad contengan, cuanto eduquen  y cuanto tengan de constructivo.  La sociedad, a veces, se deja colonizar el pensamiento, sin darse cuenta y sin oponer resistencia. Me llama la atención el ímpetu de algunos centros de poder en imponer cuadros de pensamientos con tanta sutileza: Me sorprende  tanto como la incapacidad de algunas posturas en  reconocer la diversidad como una riqueza imprescindible y tratar siempre de imponer una visión única.

En política o en economía en los tiempos que corren, muchos mensajes podrían traducirse en “conmigo o contra mí”.  Hecho de menos el respeto de las diferencias, la independencia informativa, la objetividad en la prensa y el respeto a la verdad.  Nos encontramos a veces ante un proceso de colonización cultural, de colonización del pensamiento social que a menudo se intenta uniformar, homologar y homogeneizar.  Ya es un problema que la información que circula en el mundo provenga en el 95% de los casos de 5 grandes agencias de noticias y que el 70% de la información televisiva mundial, incluso aquella que alimenta los telediarios de los países del tercer mundo, provenga de las mismas fuentes.

Los poderes económicos y políticos han tratado casi siempre de alimentar un “pensamiento único” y la gente indefensa culturalmente y vulnerable emocionalmente casca como brevas. La desinformación está a la orden del día, porque pocos contrastan las fuentes o no dudan e obviarlas o manipularlas. Hay varios tipos de desinformación  y la más peligrosa es “la acción y efecto de procurar en los sujetos el desconocimiento o ignorancia y evitar la circulación o conocimiento de datos, argumentos, noticias o información que no sea favorable a quien desea desinformar”. Así define este tipo de desinformación el Diccionario de la Real Academia.

Si estamos atentos, en algunos discursos políticos, esta desinformación se viste a menudo de satanización, que  consiste en identificar la opinión contraria con el mal. Hoy se han puesto de moda los adjetivos disuasivos. Son  bombas letales, por su contundencia emocional. No nos tendría que sorprender como en Venezuela, los poderes políticos y sus medios aliados hayan llegado a presentar a Hugo Chávez casi como un semidiós, alguien que, sin embargo muy probablemente, pasará a la historia por haber enriquecido desproporcionalmente a su familia a costa del pueblo y haber conseguido con su proceso bolivariano empobrecer aún mas a ese país maravilloso y caracterizado por su gran potencialidad económica.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com