La política y la economía son la salsa de casi todas nuestras conversaciones y, a veces, cansado de esta saturación argumental, me gusta afrontar con mis amigos otros argumentos; hablar de lo que no se habla o hablar de lo que se habla pero bajo distinta forma. Estoy convencido que es bueno razonar sobre aquello que nos acontece, incluso de aquellas experiencias que aparentemente y en un primer juicio se dan por hecho que son negativas o positivas, sin más, pero que afrontadas y quizás también, compartidas con serenidad y sensatez, se descubre alguna nueva enseñanza vital en la que no habíamos caído antes. Hablábamos esta mañana del fracaso empresarial de un conocido y del nuevo derrotero que había tomado su vida después de ese derrumbe económico y social. Surgieron unas preguntas: ¿Cómo se decide el valor real de los acontecimientos? Evidentemente el valor de las cosas depende de los valores que cada uno practique y les recordé una historieta india que el día que la leí me hizo reflexionar muy positivamente.

“Un aguador de la India tenía sólo dos grandes vasijas que colgaba en los extremos de un palo y que llevaba sobre los hombros. Una tenía varias grietas por las que se escapaba el agua, de modo que al final de camino sólo conservaba la mitad, mientras que la otra era perfecta y mantenía intacto su contenido. Esto sucedía diariamente. La vasija sin grietas estaba muy orgullosa de sus logros pues se sabía idónea para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y de no poder cumplir correctamente su cometido. Así que al cabo de dos años le dijo al aguador:
– Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo obtienes la mitad del valor que debería recibir por tu trabajo.
– El aguador le contestó: Cuando regresemos a casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.
Así lo hizo la tinaja y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo de la vereda; pero siguió sintiéndose apenada porque al final sólo guardaba dentro de sí la mitad del agua del principio: El aguador le dijo entonces: ¿te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semilla de flores. Todos los días las has regado y durante dos años yo he podido recogerlas. Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no hubiera sido posible crear belleza.
Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.
La historia arriesga de caer en cualquiera de esos tediosos lugares comunes pero si la miramos bien terminaremos diciendo también nosotros: no hay mal que por bien no venga. Creo que el porvenir de la vida depende de la honestidad para actuar en conciencia y de esa toma de posición positiva que hace de cada obstáculo un trampolín. Aunque estemos tentados constantemente con los principios de poder y poseer, sigo creyendo que el orden vital se desarrolla en otro orden: ser, hacer y por último, tener.

por @mbellido

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