¡Qué contraste! Por una parte los incidentes registrados al término de las «Marchas 22M de la Dignidad», donde miembros de la izquierda radical arrojaban botellas, piedras y petardos a la Policía, quemaban contenedores, rompían escaparates o montaban barricadas. Por otra parte el recuerdo de un grande de la historia de España. Un político que desde el primer momento trabajó con todas sus fuerzas para poner en práctica lo que había sido su lema principal en los primeros tiempos del postfranquismo: “Hacer normal en la vida política lo que en la calle es normal”. Que manera extraña tiene una parte de la izquierda de ser demócrata. Mientras estos energúmenos destrozaban las lunas de varias marquesinas, maceteros y adoquines de la calzada así como contenedores y papeleras que fueron quemando a lo largo del paseo de Recoletos en Madrid, en una clínica cercana, se apagaba un hombre que con el diálogo había trabajado desde la política por la libertad, el reconocimiento de la pluralidad, la instalación de la tolerancia y la admisión de la diversidad.
Los que asistimos al nacimiento de esa España democrática de la Constitución de 1978 a la que precisamente el nombre de Suárez está indisolublemente unido, no debemos permitir que este país vuelva a incendiarse y a ser desgarrado por batallas fratricidas.
Desde el corazón no me cabe otra cosa que decir: Gracias Presidente.