Este tiempo que nos ha tocado vivir, con sus conflictos, con sus desafíos, complejidades e interrogantes sobre el futuro me empuja constantemente a observar cómo se mueve el mundo a mi alrededor, a menudo engullido por esa “cultura del relativismo”, caracterizada en el fondo por la búsqueda del solo interés personal, remontándose a esa misma patología que impulsa a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como un mero objeto. Actitud contraria a la que realmente nos ayudaría a afrontar tan imponentes retos.  En lugar de mirarnos tanto al ombligo, de lo que se trataría es de armarse de valor para buscar incesantemente modos de caminar juntos, de detenerse y dialogar para buscar horizontes de esperanza para nosotros y para otros tantos seres humanos que hoy por hoy sufren y mueren en muchos rincones del planeta ante la indiferencia de los poderosos. Porque más allá de la desunión existente hoy en el mundo es urgente dialogar y reflexionar sobre lo personal y lo colectivo de nuestra vida cotidiana que a chorros ha ido perdiendo solidaridad y se ha ido dejando habitar por dicotomías, polarizaciones, antagonismos, contrastes, egoísmos y desencuentros que nos empujan a apartar la mirada de la realidad física y concentrarla solo sobre la realidad virtual de nuestros móviles.

Gran parte de la humanidad sufre y hace falta buscar soluciones compartidas. Soy consciente que no es fácil salir del aturdimiento que nos procura el ruido que nos circunda envolviéndonos y sustrayéndonos de la necesaria escucha apaciguada, condición indispensable para el diálogo.  Con la excusa de la rapidez y la eficiencia como sistema de evaluación del trabajo y de la acción, nos alejamos de los seres que nos circundan y más de los que viven lejos, reducimos nuestra comunicación a formas sintéticas prefijadas por las redes sociales, codificadas y reducidas a siglas que a menudo son incomprensibles y fuente de malos entendidos. Miramos, pero no vemos; hablamos, pero no comunicamos; oímos, pero no sentimos.  

Los medios de comunicación, que a menudo representan el “ruido” institucionalizado, tampoco ayudan, porque la peor política o el peor poder financiero que los condiciona no dan espacio a los más pequeños y pobres de la tierra, a los excluidos de las mesas de negociaciones, a los ajenos a los intereses de los poderosos o a esos tantos cuya vida fluye a mala pena ante la indiferencia de la mayoría.

Hoy, frente a unas finanzas sin escrúpulos y a un mercado que decide por sí mismo sus propias reglas, incluso los seres humanos parecen perder su valor para convertirse en un «precio» a pagar: en el tráfico de seres humanos, en el contrabando, en el comercio de órganos, en la explotación de la prostitución, en el abuso de menores vendidos o secuestrados para el turismo sexual o con fines de pornografía infantil, en la explotación de trabajos  sin dignidad, en el tráfico de estupefacientes, en las prácticas de útero alquilado, en las formas más variadas de esclavitud. No me olvido de esos seres que Francisco denomina “invisibles”, esas criaturas que nunca salieron vivos del vientre materno y de consecuencia no tuvieron la posibilidad de vivir.

Afortunadamente, de vez en cuando, encuentro seres que ven el mundo como un espacio de relaciones, porque reconocen a los otros seres humanos miembros de su propia familia y no asocian a la gente a productos u objetos, asumen la responsabilidad en la medida de sus posibilidades de respetar a todos y además cuidar y custodiar a los más vulnerables.

Repito a menudo una frase que leí en un discurso del Mahatma Gandhi: «El Ganges de los derechos desciende del Himalaya de los deberes». Como para recordarnos que hoy necesitamos repensar no en la absolutidad de los derechos, sino en la complementariedad de los deberes.  El bien común no cae regalado del cielo, se construye con la aportación de todos. Cuantas cosas cambiarían en el mundo si comenzásemos a enfocar la vida en la generosidad y no en la competitividad, en la empatía y no en el egoísmo.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com