Pienso que si Plutarco viviera hoy glosaría no la existencia de personalidades públicas, sino la de las emprendedoras y emprendedores que están sosteniendo con su duro trabajo diario la maltrecha economía andaluza. A falta de Plutarco, hay una pléyade de buenos periodistas que, en la medida que pueden o les dejan, ponen de relieve en sus medios de comunicación muchas de estas experiencias. Una labor que sí realizan con brillantez las redactoras de Mujeremprendedora. Da gusto abrir la revista cada mes y encontrar tantos rostros de mujeres valientes que conducen con esmero empresas e instituciones, contribuyendo así al desarrollo de nuestra tierra. Ese panorama que muestra mensualmente esta revista hace que me reitere una vez más en mi idea de una Andalucía vertebrada, sin fisuras sociales ni desigualdades, y la necesidad de que al frente de la comunidad haya un grupo de políticos, hombres y mujeres con vocación de servicio que ayuden al tejido empresarial a tirar del carro del empleo y del desarrollo económico. Esta actitud personal, que en los servidores públicos significa convicciones, virtud y coraje para defenderlas, es la que actualmente echamos de menos en algunas Administraciones. Los ciudadanos quieren ver, hoy, austeridad, dignidad personal, defensa de la libertad, deseo de igualdad real, no impuesta y gestionada por burocracia, ingenio, capacidad de liderazgo y de ilusionar. Quieren respuestas.

El tejido empresarial está pasando del pesimismo a la frustración porque uno de los problemas medulares del crítico momento actual es, sin duda alguna, el de las reformas y éstas no terminan de llegar con toda su contundencia. Da la sensación de que los responsables políticos no se atreven a tomar decisiones, entre otras cosas porque no están acostumbrados o porque no saben hacerlo. Todo el mundo es consciente de que la sociedad tendrá que pagar un alto precio para la necesaria y peculiar reconversión y sabe que el camino y los instrumentos para ello son la austeridad y las reformas. Se necesita la voluntad política de hacerlo, para salir adelante, para producir la transformación, para olvidar cuanto antes la larga pesadilla de la crisis, tantas veces negada y por tanto no cogida a tiempo. Ahora se trata de volver a la normalidad. Es lo que todos deseamos, aunque seamos conscientes de que ya nunca todo podrá ser como antes. Las reformas son siempre menos largas y dolorosas cuanto mayor es el apoyo de la opinión pública. Para esto también necesitamos la buena voluntad de los sindicatos que tendrían que ayudar a entender que los recortes de hoy serán beneficios para mañana.

Sin este cambio nuestra región caerá en un desbarajuste, en la desmoralización y, en definitiva, en la inestabilidad que afectaría, en última instancia, a nuestro estado de bienestar.

Plutarco, hoy, elogiaría a nuestras emprendedoras y emprendedores: son lo mejor que tenemos. Pero hay que ayudarles y comprenderles. Están hartos de pagar los platos rotos y además sacar las castañas del fuego. Plutarco decía que un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo. A ver si finalmente el león decide poner orden en esta selva.

Manuel Bellido

por @mbellido

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