La crisis ha seguido afectando de forma significativa al tejido empresarial andaluz y este Directorio es testigo de la desaparición de centenares de empresas que se han extinguido, disueltos o están ahora en situación concursal porque no han resistido las embestidas de la crisis económica durante este último año. A la desaparición de empresa se han sumado el descenso de la facturación y la reducción del número de empleados. Han bajado todos los sectores productivos, sobre todo el de la Construcción y únicamente han crecido levemente el de la Energía y el de los Servicios. La crisis ha afectado no solamente a la pequeña y mediana empresa, también ha afectado a las grandes y la reducción de sus plantillas ha sido la prueba fehaciente del cataclismo que ha removido la economía productiva española. Este es el panorama que se encuentra el próximo gobierno del PP, que tendrá que esperar todavía un mes para aplicar las primeras medidas. Esta situación no preocupa solo a la Eurozona, también preocupa, y mucho, a nuestros empresarios que esperan como «agua de mayo» una reforma laboral a fondo y otra serie de medidas contundentes que alivie el suplicio que llevan soportando en los últimos años. Los empresarios quieren que algo se mueva y reanudar el camino con más optimismo. Todo el mundo tiene prisa porque con un diferencial cercano a los 500 puntos básicos del bono a diez años con Alemania, con una agencia de rating exigiendo rotundas medidas ya, con el paro que sigue subiendo y el consumo calando, el país está en el ojo del huracán financiero y no puede consentirse el lujo de aguantar más. Los expertos se dividen entre la impaciencia de saber, porque creen que el anuncio de un programa político seria beneficioso, y lo que opinan que es más sensato esperar y disipar antes la incertidumbre sobre cómo han dejado el patio los anteriores inquilinos de la Moncloa. Es de esperar que en el mandato presidencial que el pueblo ha dado a Rajoy prime la cordura y se haga política con la P mayúscula, se rectifique el funcionamiento del mercado de trabajo, se disminuya el gasto público, a veces duplicado y en muchos casos innecesario, se saneen los balances de las instituciones financieras, se promueva la cultura emprendedora, se invierta en educación e investigación, se trabaje para que España vuelva a tener voz en Europa y se haga más transparente y honrada la gestión pública. Demasiado tiempo han estado nuestros políticos deshojando la margarita mientras los mercados no daban puntada sin hilo, exprimiendo el limón de nuestra maltrecha economía. Entre las reglas del buen gobierno están la inmediatez, la transparencia y la sensatez. España ha votado también ese cambio. Ahora toca determinar, nosotros mismos, cómo queremos construir responsablemente nuestro futuro. En el desánimo que sufre hoy la ciudadanía, y en modo especial los empresarios, germina escondida la expectativa defraudada con la que nos ilusionaron en las anteriores elecciones. Se ha jugado inconcientemente con nuestro futuro inmediato y, lo que es peor, con el futuro de nuestras generaciones futuras. Estoy seguro de que, si vuelve la ilusión y se genera confianza desde las instituciones, los españoles serán capaces, como en otras ocasiones, de aspirar a lo mejor poniéndose a trabajar con ahínco. La misión de los gobernantes será hacer del futuro su tarea primordial. España se lo merece.

por @mbellido

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