¿Qué tienen de complejo los políticos españoles que pasan en sus discursos de proclamar tendencias colaborativas y constructivas a otras populistas o destructivas? Con matices distintos pasan de ofrecer diálogo a los adversarios políticos a prometer que se “volaran” todas las iniciativas que sus antecesores en el poder habían legislado. ¿Colaboración o enfrentamiento, es lo que necesita un país como España que ha sufrido la crisis económica más dolorosa de su historia? ¿Dónde está esa voluntad política de servicio al bien común que hace que ciertas cuestiones sean de Estado? Algunos políticos parecen tiburones más que servidores públicos, de cómo se están devorando ya antes de empezar la campaña electoral. Los españoles que asistimos boquiabiertos a declaraciones y proclamas demagógicas, acidas y llenas de resentimiento y odio, no tenemos más remedio que resignarnos al espanto, que en dosis cada vez mayores,  nos sirven los telediarios y las portadas de la prensa diaria. Un país que necesita más que nunca cohesión centrípeta se abandona a la división centrifuga, a la que contribuyen también las pasiones nacionalistas, sin el más mínimo pudor.

El todo contra todos avanza a una velocidad impresionante, en una carrera desenfrenada de los partidos que no están en el poder para convencer a despistados o sedientos de líos y conquistar el sillón deseado. A todo esto se apuntan algunos medios de comunicación que viven más por regalar titulares escandalosos que por cooperar al bienestar de los ciudadanos. Muchos de los partidos políticos de izquierda que durante la Transición desplegaron las fuerzas colaborativas y competitivas para situar a España en una senda de progreso, hoy solo viven obsesionados por alcanzar el poder a costa de lo que sea, incluso renunciando a la elaboración de un programa electoral constructivo y atractivo. El único programa resumido en sus mensajes es el de desalojar del poder a los actuales gobernantes y derogar la legislación que estos han desarrollado. Nada más, no hay nada más. La calidad de una convivencia en común que tendría que ser la bandera y los cimientos de la política española se diluye con los efectos nocivos de las tendencias agresivas que emanan de algunos dirigentes políticos que, entre otras cosas, demuestran falta de preparación intelectual y actitudes de servicio.

Una verdadera pena. España necesita políticos de talla, más respeto reciproco y mesura. Calidad humana, claridad, argumentos y lealtad a los españoles a los que dicen de querer servir. Lo demás es vulgaridad y populismo.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com