Cuando era pequeño, todos los domingos mi padre me llevaba a visitar a mi abuelo Félix. Al final de la visita ponía en mi mano una pitillera de papel de periódico con algunas monedas y una pajarita, también de papel de periódico. Un día le pedí que hiciera una jaula para la diminuta pajarita que me había confeccionado. Con pericia hizo una especie de cajita con una página de crónica local donde aparecía una foto del Alcázar con su muro de piedra. La imagen del muro vino a coincidir con dos de los laterales de la cajita de papel. Introduje la pajarita en la cajita y me la llevé a casa. Más tarde, sentado en la mesa de camilla, observaba esa especie de cárcel murada donde había encerrado a la pajarita y esa imagen es imborrable e mi memoria. La evocación de aquel recuerdo me lleva a preguntarme qué significan para el ser humanos los muros. Hay muros de carga y son necesarios para sostener la estructura de las casas, así como los muros de contención útiles para defenderse de cargas horizontales de cualquier especie. Hay muros que dividen naciones y crean frontera como los muros de seguridad que están construidos con el fin de restringir el acceso a quien no está autorizado.
Los muros han existido prácticamente desde siempre y han servido a los largo de la historia para dividir poblaciones, clases sociales y sistemas de gobierno. Algunos son famosos: casi nadie desconoce el origen del muro de Berlín, de la muralla china o del muro de las lamentaciones. En casi todas las ciudades andaluzas existen restos de murallas romanas o árabes, muros que se conservan en parte y que nos hablan de guerras y de defensa bélica. El hombre a lo largo de la historia ha aprendido a levantar muros diversos en su forma, en sus materiales y para objetivos distintos. Lo que sí está claro es que siempre se han levantado para dividir y esto siempre ha conllevado consecuencias políticas, sociales y humanas. A veces, también estética.
Voy a menudo a una playa colindante con una zona militar y tengo que decir que la barrera que rompe ese trozo de costa hiere la vista. Europa ya no tiene muros divisorios y sus ciudadanos pueden viajar de un país a otro sin autorizaciones fronterizas. Sin embargo, en el mundo siguen existiendo muros hostiles como los que dividen las dos Coreas, o los que separan India y Pakistán, muros de control como lo que separan Méjico de Estados Unidos, o la valla del perímetro fronterizo de Ceuta con Marruecos, o el muro levantado en Cisjordania.
Casi todos son malos para el hombre. Pero existen muros no construidos con piedra u otros materiales. Son los muros del odio, la indiferencia, el rencor, la apatía o el egoísmo que se levantan para encerrar o expulsar a otro ser humano. Como aislaba la pajarita de papel de mi infancia en aquella caja hecha de periódico.
Alguien me dijo una vez que buenos muros hacen buenos vecinos. No lo creo, las gaviotas que atraviesan libremente de la zona militar a la zona civil en la playa donde a menudo voy a pasear se llevan muy bien entre ellas. Es un ejemplo de libertad que no siempre los hombres sabemos imitar.

por @mbellido

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