El tema de la desigualdad en un mundo cada vez más globalizado e interconectado se ha convertido en núcleo de los debates económicos de los últimos tiempos. La decisión de otorgar el Premio Nobel en este campo a un erudito que ha dedicado gran parte de su vida a la investigación histórica, cultural y socio-política de la pobreza es en sí una buena noticia. Me refiero a Angus Deaton, escocés de nacimiento con pasaporte americano que enseña en la Universidad de Princeton y que ha sido el elegido para ser honrado con el Premio Nobel por su análisis sobre el consumo, la pobreza y el bienestar social este año.

«Para diseñar una política económica que promueva el bienestar y reduzca la pobreza – se lee en la motivación para el reconocimiento en 2015 del Premio Nobel otorgado por el Banco Central de Suecia – debemos entender primero las opciones de consumo individual”. Más que nadie, Angus Deaton ha ampliado y mejorado la comprensión de este argumento.

«La vida es mejor ahora que en cualquier otro momento de la historia. Más personas son más ricas y menos personas viven en la pobreza extrema». Tras ocho años de una crisis devastadora el mundo está agotado. Los estragos con visibles en todas partes, hay guerras y una emergencia de refugiados sin parangón desde la Segunda Guerra Mundial. Pero la vida ahora es mejor que en cualquier otro momento de la historia. Con esa frase, esa evidencia, empieza Angus Deaton su último libro, ‘The Great Escape». Este economista recalca una y otra vez que «millones de personas todavía sufren los horrores de la miseria y de muerte prematura. El mundo es enormemente desigual».

Ha criticado a los que usan la economía, como fin y no medio. Porque cree que la pobreza ni es deseable ni es inevitable. Porque para Deaton la profesión a la que ha dedicado cincuenta años tiene una meta clara que le da sentido: «Los que hemos tenido la suerte de nacer en los países adecuados tenemos la obligación moral de reducir la pobreza y la mala salud en el mundo».

Una esperanza: la economía podrá volver a ser una ciencia moral amiga de la sociedad y del ser humano si vuelve a plantearse ésta y similares preguntas  para responder a otras menos útiles para el progreso y el bienestar de la humanidad.

por @mbellido

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