Más pasan los días, más reflexiono y hablo con personas sensatas, más voy teniendo claro que están desde alguna estancia del poder, colándonos la idea de que este momento difícil que estamos atravesando es una guerra y no una epidemia.

Las palabras que escogemos para definir las cosas pueden ayudarnos o confundirnos, pueden ponernos en pista para solucionar un problema o pueden acomodarnos en una resignación que no lleva a ningún sitio. Lo sabemos, la mala política es especialista en escoger bien las palabras para modificar nuestros pensamientos. En crear marcos lingüísticos para que entendamos algo distinto de lo que es la realidad. Esto me ayudó mucho a entenderlo el libro de Lakoff, No pienses en un elefante.

Llamar a este momento guerra nos induce a aceptar un relato distinto del que realmente es. Hablar de guerra es contar que los hospitales son trincheras, que eliminar el virus es estar en un frente, incluso cuando se toman medidas económicas, se dirá que es una economía de guerra. Cuando un pueblo sufre las consecuencias de una guerra, la gente se vuelve dócil, obediente y se considera víctimas. Todo este conformismo no deja espacio para buscar soluciones desde la unidad. Este no es tiempo ni de lucha, ni de guerra, sino de responsabilidad y solidaridad. ¿Cuándo aprenderemos a llamar a las cosas por su nombre? ¿Las palabras epidemia enfermedad, pandemia, infección, virus o contagio no definen suficientemente lo que está pasando? Es como si desde la política, mal gestionada, se razonase mas desde lógicas de conflictos para inundar nuestro ánimo de resignación sin pedir responsabilidades, que desde lógicas de planificación ante riegos globales.

No es una guerra porque no hay un enemigo. En una guerra el enemigo nos odia, sin embargo, el virus no tiene capacidad de odiar, no sabe ni siquiera que existimos, porque es una entidad biológica. Es inaceptable que hablemos de guerra y, tratemos a médicos, enfermeros y personal sanitario, como como a soldados resignados que tienen que ir al frente a combatir, sacrificándose, sabiendo que en las guerras los soldados mueren y a ellos les puede tocar. Es inaceptable que hablemos de guerra, porque en las guerras es fácil que se cuelen derivas autoritarias y sabemos que más de uno en política esta tentación la tiene. Es inaceptable que se intente curar esta pandemia con inyecciones de ideología, cuando lo que hace falta es profesionalidad y acciones concretas y eficaces.

por @mbellido

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