Siria es un país en guerra desde 2011. Todo empezó cuando miles de personas en Alepo y Damasco comenzaron a protestar contra el régimen del presidente Bashar al-Assad. Aunque la represión por parte del gobierno fue muy violenta, las protestas continuaron y aumentaron de intensidad. En el mes de mayo Assad sacó el ejército a la calle. Pocas semanas después surgían los primeros grupos rebeldes y explotaba un gravísimo conflicto civil que dura todavía. Este país de 22 millones de habitantes contabiliza ya por este conflicto 140 mil muertos y más 3 millones de personas han tenido que escapar a Egipto, Iraq, Líbano y Jordania. Desplazamientos también se han producido en el interior del país, 5 millones de personas, se han visto obligadas a dejar sus casas y buscar reparo en otras provincias. Más de 145.000 familias se han quedado sin padre y marido. Muchos hombres han sido asesinados, capturados o alejados de sus familias, dejando a las mujeres solas al frente del núcleo familiar. Mujeres que se ven obligadas a luchar desesperadamente en condiciones dramáticas para sustentar a los hijos y a los abuelos. Criando a unos niños marcados para siempre por el trauma de vidas truncadas y con carencias de todo tipo. Niños que no pueden acudir a la escuela y que en muchos casos trabajan ya con solo 7 años.
En medio de estos conflictos son las mujeres las que están sosteniendo la sociedad. Madres, esposas, viudas, que salen diariamente a la calle a buscar el sustento básico familiar. Solo una de cada cinco consigue encontrar un trabajo digno. La mayoría tiene que confiar en la ayuda humanitaria. A este drama hay que añadir la situación de desprotección en la que se encuentran con respecto a otros hombres, al no tener cerca al marido o al padre. Muchas mujeres en Siria viven situaciones verdaderamente trágicas que pasan desapercibidas para el resto de la comunidad internacional y de la que la prensa internacional no se ocupa.
Sobre las espaldas de estas mujeres recae el peso de la supervivencia de la parte más débil de la sociedad Siria. La tenacidad y la resistencia de estas mujeres mantienen viva la esperanza de un futuro mejor para esta tierra maltratada. Luchan sin ayuda de nadie. En sus manos la salvación de Siria.