La actualidad política, económica, social me transmite a menudo la sensación de que el futuro esté hipotecado por las carencias y los miedos del presente. ¿Exagerado? No lo creo. Hoy en el telediario escuchaba el discurso de un líder político pronunciado en un mitin, hablando del oponente y su posible victoria en las elecciones. Daba miedo escucharle proyectar con sus palabras, ni más ni menos que un negro Apocalipsis. Yo que he aprendido desde hace años a visualizar positivamente el porvenir, deseando lo mejor con todas mis fuerzas, cuando escucho a algunos de estos elementos se me caen los palos del sombrajo. Estoy convencido que al futuro en nuestra imaginación hay que liberarlo de los tonos grises y de los supuestos seísmos que puedan producirse. Solo la sistemática actitud de duda sobre lo que escucho, sobre las nociones de verdades absolutas y dogmaticas de esas proclamas políticas me ayudan a romper el círculo mágico que oscurece o enciende demasiado el futuro que prometen. Siempre me digo: la vida es otra cosa distinta y yo quiero vivirla sin miedos.

Nadie se queja de estos miedos que infunden algunos líderes en sus discursos, durante la actual campaña electoral. Pero ¿quién va a quejarse? Me pregunto. Probablemente la gente ya no les escucha. Bueno, o como decía mi abuela, como el que oye llover. Están cansados de escuchar siempre la misma monserga contradictoria sin ofrecer ilusión y siempre hablando mal del prójimo. Prefiero escuchar a la gente que lee, a la gente que vive, disfruto de esos momentos, de esas conversaciones repletas de nociones y de experiencias, que me hacen sentir placidez, ternura, interés, luz y ganas de aprender y de existir, hasta tal punto, que al final la sensación que me regalan es como si hubiera volado. Y pienso siempre, ¿por qué los políticos no hacen también cosas como ésta?
Félix, el conserje del edificio donde tenemos la redacción, aprovecha de todos los ratos libres para leer. Lee grandes obras, libros, a veces, muy voluminosos y siempre de autores interesantes. Félix es una persona correcta y educada. Cuando me paro a charlar con él sostiene conversaciones con buenos argumentos. Es respetuoso, y a pesar de poder presumir de conocimiento, también forma parte de su código vital mostrarse humilde, atento y abierto a reconsiderar su postura. El efecto que produce la Cultura es como tener entre las manos un reloj de arena que nunca sabemos encontrarle un principio o un fin. La sed de aprender nos conduce al diálogo, a ese tipo de conversación de tono mesurado y al mismo tiempo hondo, donde palpas la textura cálida de la sabiduría sutil y aguda. En esos momentos se foja el futuro, un futuro siempre mejor, sin miedos aunque arriesgado y siempre esperanzador. Es la lección de Don Félix.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com