Estaba asistiendo a una conversación entre dos amigos, ambos profesionales de la publicidad y, por lo argumentos que esgrimían en ese momento, quedé sorprendido al comprobar una vez más que, después de tantas décadas de vida del sector, no todos los interesados concuerdan sobre los conceptos que sostienen dicha actividad. La discusión sobre el análisis de un determinado anuncio en la prensa del día había encendido la disputa sobre si le faltaba “información” o “persuasión”. Intervine apuntando algo que recordaba de mis tiempos de estudiantes donde se decía que la publicidad objetiva se basa en la información y la subjetiva sobre la persuasión. En realidad, todo mensaje publicitario contiene simultáneamente los dos elementos y ambos pueden funcionar dependiendo de la predominancia del uno o del otro, en una especie de participación equilibrada.
Recuerdo que en esos años de estudiante, y de esto hace ya mucho tiempo, otro de los dilemas que surgían era sobre si la publicidad era una ciencia o un arte. La disputa siempre conducía a analizar el trabajo sistemático de la Agencia de Publicidad: primero estudia el producto o el servicio objeto de la comunicación, después el mercado, la competencia, etc., y, una vez superados todos esos preliminares y conociendo los datos esenciales, llega a confeccionar un plan y un presupuesto, proyectando al mismo tiempo las ventajas que se pueden obtener con la campaña.
El común denominador ha sido siempre obtener el mayor resultado con la mínima inversión. Condición que se ha acentuado en estos años de crisis.
Lo cierto es que el profesional, con poco o mucho dinero a disposición para llevar a cabo la campaña, se esfuerza siempre en afinar todas las técnicas a su disposición para obtener la mejor predisposición a favor de lo que anuncia. Técnica que se convierte en arte cuando el publicitario tiene que añadir a estos trabajos fantasía e imaginación para producir algo válido y novedoso, fruto de una buena creatividad, uniendo así medios y modos. Esa es la labor del profesional publicitario. Una labor todavía hoy insustituible. Esa particular creatividad que una Agencia aporta es cardinal en los procesos de comunicación, y aún más al día de hoy, cuando los nuevos formatos tecnológicos disponibles permiten sorprender al público objetivo haciendo que el anuncio se convierta en algo viral que recorra las redes sociales.
Sea publicidad de repetición, publicidad de argumentación o publicidad de imagen o de simpatía, la publicidad es ese elemento del marketing necesario e imprescindible y, como todas las cuestiones comunicacionales, no se puede dejar al azar.
Por cuestiones comerciales, corporativas, institucionales o personales es necesario acudir a los profesionales para rentabilizar la pequeña o grande inversión que se haga. Ellos conocen los avances, los conceptos, las tendencias, las aplicaciones y los medios.
Está pasando que, mientras pensamos que nada puede avanzar más en este sentido, oímos a nuestros hijos hablar de una nueva forma de comunicarse y por tanto de vehicular la publicidad.
Hoy sigue siendo válido el viejo eslogan “la publicidad es el alma del comercio”. Lo que no podemos aceptar es que la publicidad se convierta en el comercio del alma. Se haga donde se haga, tiene que ser honrada, verdadera y correcta.