Hace tan solo año y medio que la izquierda volvió al poder en Francia, hoy vive una crisis de credibilidad, que no conoce precedentes. El 67 por ciento de los franceses quiere un nuevo ejecutivo para la nación. Los problemas no le llegan a Hollande desde las protestas callejeras; muchos desde las mismas filas políticas pretenden la caída del primer ministro Jean-Marc Ayrault, incluso ya se rumorean los nombres de posibles sustitutos entre los que se encuentran la ex leader del partido socialista y actual alcalde de Lille, Martine Aubry o el ministro del Interior Manuel Valls.
Según los últimos sondeos la caída de los índices de popularidad para el presidente François Hollande es brutal, no llega al 21%, un valor que ningún presidente ha cosechado en Francia en las últimas décadas. Un índice muy por debajo del que cosechó el anterior inquilino del Palacio del Eliseo Nicolas Sarkozy, en sus peores momentos nunca bajó del 30 %
El malcontento proviene de todas las categorías sociales comenzando por las clases medias. En internet, circulan masivamente las sátiras y los sarcasmos sobre la presión fiscal socialista. Malos tiempos para la izquierda en Europa que transita en la indefinición, se divide cada vez más y no termina de encontrar ni rumbo ni líderes que convenzan ni dentro ni fuera de sus filas.