No hay día que la TV deje de proponer películas violentas. En las últimas décadas se ha manoseado tanto en el cine, temas donde la sangre es protagonista, que a la TV le quedan poquísimas alternativas para proponer en su parrilla de programación. En los estantes de videoclub la presencia de estos films parece también infinita. Cuando no hay sangre hay violencia social, intercultural, doméstica o escolar. A veces no sabría distinguir si en sus creadores  y productores hay algo de neurótico o de  perverso o simplemente de comercial aprovechándose de los más bajos instintos del hombre. De lo que si estoy seguro es que estas películas siembran en la sociedad gérmenes de pasiones que antes o después son difíciles de controlar. Si alguna vez me toca aguantar alguna escena de este género en la ficción de un film o en la realidad de una noticia en el Telediario, no dejo de entender la lógica en la actitud de ciertos gobernantes iniciando guerras con la excusa de protegerse o  cuando veo a militares de países en vía de desarrollo  causar aterradoras brutalidades.  Aunque siempre resulte difícil entender  qué es lo que empuja a que un ser humano  necesite dañar a otro o sienta el impulso de aniquilar, es comprensible que quien se alimenta de violencia, produzca violencia. Abierta o solapada, sangrientas o no,  infinidad de concepciones y prácticas hostiles y agresivas permean el día a día de una sociedad que a menudo parece volver a la prehistoria. Hoy, sin ir más lejos,  en un Telediario del mediodía había la crónica sobre  bandas de jóvenes que operan en Medellín, luchando  por conquistar territorios de la ciudad,  llevando a cabo asaltos a mano armada, robos de vehículos, tráfico de armas, venta de estupefacientes, extorsiones. Dos preguntas me surgían, la primera era sobre aquellos jóvenes: ¿Qué cultura alimentan a estos delincuentes callejeros? La segunda pregunta era sobre el servicio televisivo en sí. Me preguntaba si es constructivo llevar estos ejemplos a los Medios públicos o terminan generando imitaciones.

La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias. El domingo pasado asistí al lanzamiento de piedras de unos “okupas” a la policía. Evidentemente eran personas que carecían de fe en las propias ideas y por supuesto, perdían toda razón defendiéndolas con piedras.  Urge reeducar al diálogo, urge reeducar a la paz a las nuevas generaciones, sino arriesgamos a que antes o después algo que tanto nos ha costado conquistar se nos vaya de las manos.

por @mbellido

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