Te he dicho que estás hecha una mujer y con esos ojos tuyos, atentos como faros en la noche, me has sonreído. Tú sabes muy bien que ser mujer no es llenar una falda y ponerse tacones, no es sentirse un tarro de miel, ni una muñeca detrás de un escaparate del centro comercial, no es sentirse la guinda sobre la nata de un pastel. Yo sé que, a veces, sientes miradas sobre tu piel y te enojas, sé que los piropos te sonrojan. Desciendes a menudo en tu alma y contemplas que ser mujer es sentirse viva, amar o sentirse protegida, sentir un pellizco cuando sueñas con dulzura que sostienes la carita de un ángel acercándola a tu seno. Eres mujer y los muñecos se han quedado arrumbados desde hace tiempo en el armario. Cierras los ojos y te hace daño cuando tu móvil enmudece y a él lo sientes lejos. Sufres, te abrazas a la almohada y descubres que ha cambiado el sabor de tus lágrimas y sientes un malestar amargo dentro de ti porque darías lo que fuera por sentir su brazo sobre tu espalda. Te duermes pensando que él es el único capaz de hacerte reír porque, entre un beso y una carcajada, para las agujas del reloj y ahuyenta los problemas. Estarías hasta el amanecer mirando las estrellas cruzar el cielo, mientras, entre el escalofrío de una caricia y un beso de algodón, pronuncias deseos de futuro. Eres una mujer y ya no tienes que inventar la media mentira de que te quedas el viernes a dormir en casa de una amiga. Eres mujer y puedes volver la vista atrás para recordar aquel día en la playa y sus miles de fotografías, aquel abrazo cálido en el cine para que el invierno se alejara de tu piel, la sorpresa de encontrarlo esperándote a la salida de la clase. Eres mujer y ahora sabes defender esas crisis entupidas, comprender los celos y no desesperar en las esperas. Coloreas de sol el cielo gris de esos días que cada mes son siempre iguales. Eres ya una mujer y ese toque de elegancia se refleja en tus gestos y en tu mirada. Conoces la magia y el poder de tu sonrisa y sabes conservar secretos, dolores y deseos en ese cofre de emociones que es tu corazón. Eres mujer y desde muy niña te acostumbraste a razonar y a no despreciar la inteligencia. A tu lado, recorriendo la ciudad iluminada, hace unos días descubrí que el aire que respiraba a tu lado tenía mejor sabor. Sé que no te olvidas, eres ya una mujer.
Manuel Bellido
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