Hay un tipo de árbol que crece esporádicamente por aquí y por allí, son plantas perennes de tallo fuerte que se ramifican y desempeñan un papel importante a la hora de proporcionar “oxigeno” a nuestra sociedad y reducir ese “dióxido de carbono” tan nocivo para la vida.  Estos árboles son un importante componente de muchos paisajes familiares y sociales.  Como todos los  árboles están formados por tres partes: la raíz, el tronco y  la copa;  de sus ramas nacen frutos. Es el árbol de los valores. Sus frutos son el respeto, la paciencia, la constancia, la prudencia, las buenas maneras, la responsabilidad, el orden, la sinceridad, la confianza, el diálogo, la tolerancia, la creatividad, la cooperación, la compasión, la generosidad, la amistad, la libertad, la justicia, la paz, la alegría….   Esos árboles, con estos frutos tan atractivos, proporcionan un ecosistema protegido de las influencias de las nefastas políticas, de los nacionalismos, de los radicalismos, de los egoísmos y egocentrismo, de las soledades, de los rencores y mentiras….

Estos árboles nacen y crecen normalmente en el seno de las familias. Los padres preparan a los hijos para la convivencia civil, los alimentan  de estos frutos para que sean buenos actores de la vida social. En la edad adulta echamos la vista atrás y recordamos el atractivo aspecto de ese árbol que compartíamos en nuestras casas. Si lo hemos cuidado la producción de esos frutos no ha cesado con el pasar de los años y aún podemos alimentarnos de  ellos. Este árbol seguirá proporcionando energía primaria y positiva hasta el último minuto de nuestra existencia. Es conveniente abrazarlo de vez en cuando. Abrazar un árbol representa una terapia para muchas personas, este árbol no solo alimenta, también cura.

por @mbellido

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