El camino está lleno de luces y penumbras, de momentos tristes y de momentos palpitantes, de vida y de belleza. Nuestra existencia está salpicada de aciertos y desaciertos. Errado seria admitir lo contrario. En esa minuciosa observación de la realidad y mi participación en las experiencias que a veces me narran o en las mías propias, encuentro que todo siempre está en ebullición. La vida fluye constante. Nada hay de permanente en ella porque siempre vivimos en una incontrolable transformación. Cuando menos lo esperamos nos asalta lo desconocido y lo inusual. Nostalgia, piedad, comprensión, dolor, amor, tristeza, alegría y un sin fin más de emociones nos afectan y nos seguirán afectando hasta llegar al final del camino, hasta la última orilla.
Esta mañana con el testamento de Pablo VI en las manos, hombre de una gran cultura al que admiré por su altura intelectual y también por su coherencia, reflexionaba sobre la gran fortuna que tenemos de saborear la vida intensamente. Sus palabras me animaban a mirar de otra manera el horizonte que cada mañana se nos presenta al abrir los ojos: “Fijo la mirada en el misterio de la muerte y de lo que a ésta sigue en la luz de Cristo, el único que la esclarece; y por tanto, con confianza humilde y serena. Percibo la verdad que para mí se ha proyectado siempre desde este misterio sobre la vida presente, y bendigo al vencedor de la muerte por haber disipado sus tinieblas y descubierto su luz. Por ello, ante la muerte y la separación total y definitiva de la vida presente, siento el deber de celebrar el don, la fortuna, la belleza el destino de esta misma existencia fugaz….” “Te doy gracias porque me has llamado a la vida…” Pensé y, sigo pensando, que a veces nuestro corazón puede flaquear por el dolor y oscilar entre la exasperación, la impotencia o el desconcierto existencial, sentimientos que pueden provocar la pérdida de la paz y de la alegría de vivir. Habría que evitar que en momentos de dolor las lágrimas nos impidan seguir viendo la belleza de las estrellas y habría que evitar desahuciar el amor de nuestro corazón. Una vez alguien muy importante en mi vida me dijo: “Haz de modo que en tu última hora no debas arrepentirte por haber amado demasiado poco”

por @mbellido

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