Se cree que han sido cuatro, las personas que han muerto tras el supuesto ataque terrorista en el barrio cristiano de Bab Touma, en el centro de Damasco, cerca de la Iglesia Mariamita, la iglesia greco-ortodoxa más antigua de la zona. La noticia se conoce oficialmente por la televisión estatal siria, pero otras fuentes, en este caso proveniente de activistas de la oposición, hablaban de que la explosión podía haber sido causada por el lanzamiento de un proyectil por parte de las fuerzas del régimen. ¿A quién creer?
La televisión emitía imágenes del «atentado suicida» mostrando el cuerpo del presunto kamikaze, que – según la narración que acompañaba a las imágenes – murió al instante después de provocar la explosión frente a una tienda de antigüedades. Ninguna otra imagen ofrecía la posibilidad de saber el estado de las otras víctimas. La Iglesia Ortodoxa, que se encuentra al otro lado, a un centenar de metros de distancia del lugar de la explosión, no ha sufrido daños, pero tampoco queda claro si ese era el objeto del atentado.
La fiabilidad de la información reportada por ese medio de comunicación oficial de Damasco no puede ser verificada de forma independiente debido a la restricción impuesta por el régimen a los periodistas profesionales, tanto locales como extranjeros.
No es una situación nueva, son muchos los lugares sobre el planeta donde faltan garantías para la libertad de prensa. La información en muchos casos está controlada y censurada por los poderes del Estado.
Hay que seguir luchando por una prensa independiente que debe entenderse como una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico. Los medios de comunicación independientes en las zonas de conflicto son vitales, entre otras cosas, para desempeñar un papel activo en la prevención y en la resolución de conflictos y en el desarrollo de un camino de transición hacia la paz
En la imagen: Plano de la ciudad de Damasco, siglo XVII