Ya casi nadie se acuerda de las pasadas elecciones europeas, ahora toca el reparto de los cargos, más tarde, y esto no sabemos cuándo será, se tendrá que revisar, la Constitución Europea. Algo que habrá que hacer, no olvidando, cuales son las raíces de Europa. Raíces que son claramente cristianas. Catedrales y monasterios repartidos por el viejo continente así lo testimonian
Recientemente tuve ocasión de visitar en Alemania una gran exposición de pinturas históricas que mostraba las catedrales de Europa. Muchas catedrales góticas. Más de 200 obras, entre pintura, escultura, objetos de arte, fotografías, maquetas a escala realizadas por cerca de 60 artistas que encontraron en la catedral gótica, una inagotable fuente de inspiración. Encarnación de la alianza entre poder espiritual y poder temporal, en Francia la catedral que había sobrevivido a la revolución fue restaurada por Napoleón, mientras que en Alemania ya en los años setenta del setecientos Goethe pone por escrito su entusiasmo por el estilo gótico. Desde inicio del siglo XIX, la mirada de artistas y estudiosos influirá para incrementar las obras de restauración. En el ochocientos el Romanticismo puso en valor el arte gótico. Muchos desde Goethe a Víctor Hugo (que con el famoso Notre-Dame de Paris ayudo al redescubrimiento del Gótico), y hasta la primera Guerra Mundial, fueron los promotores de su revalorización.
El arte gótico representó el espíritu de la época, grandes catedrales, monumentales, como he podido contemplar en mis viajes por Europa y en esta exposición. Eran construcciones amplias, llenas de luz gracias a las vidriera utilizadas, las cuales permitían el paso de la luz y con ella la sensación de trasparencia en su interior.
El arte gótico y su manera de representar las cosas, fue un paso importante para Europa. Se retomó la importancia del volumen, la perspectiva, los escorzos y un poco la proporción y en las catedrales se aplicó todo ello.
La catedrales forman parte de nuestra raíces.