Crisis, crisis y más crisis, y no solo económica. La ecológica puede ser tremenda, una verdadera catástrofe si no se tiene en cuenta a tiempo y no se buscan soluciones reales, ya que ninguna invención tecnológica podrá impedirla si seguimos produciendo tanta inutilidad y no cambiamos hábitos de consumo. La naturaleza tiene un límite. Es urgente que cambiemos, que pasemos de una producción cuantitativa desordenada y salvaje a una producción cualitativa de bienes útiles cuyo resultado final sirva para un desarrollo sostenible bueno para el planeta y una vida más sana para los humanos.
Acabo de salir de un bazar chino. Hacía tiempo que no entraba y me he quedado boquiabierto con la cantidad de productos inútiles que se amontonan en las estanterías. En el rato que pasé allí he visto comprar los objetos más inservibles, mientras me preguntaba qué impulsaba a comprarlos. Fundas y envolturas para todo, chirimbolos, adornos, cachivaches, cosas inútiles que día a día se irán amontonando encima de muebles y repisas de las casas, que se llenarán de polvo, se descolorarán y terminarán amontonadas en trasteros y despensas. Atavíos, zapatos y ropa, que se utilizarán poco o nunca y se quedarán durante años colgados en los armarios o arrinconados en los cajones. Cosas que proceden de una producción insensata e ilógica cuyo único objeto es enriquecer a intermediario que harán todo lo posible para inundar el planeta de mercancía inservible que, incluso, ha sido fabricada explotando a personas adultas o a menores. De poco vale que políticos y “expertos” se pongan a discutir en lujosos congresos internacionales si los recursos del planeta o las reservas petrolíferas se agotarán mañana o dentro de cuarenta años, si, al mismo tiempo, seguimos usándolas para tanta inutilidad. A la luz de estas reflexiones, también en este aspecto la crisis que estamos padeciendo puede convertirse en una oportunidad de cambio. Ojalá se lleve por delante ese consumo irracional que podría llegar a soterrarnos bajo toneladas de basura.
Basura en la Tierra y basura en el espacio. Más de 10.000 objetos entre restos de satélites, cohetes y otros artilugios orbitan alrededor del Planeta. ¡Qué miedo da tanta inutilidad! La historia nos está convocando a una reflexión para superar las heridas de un mundo que no puede avanzar hacia una globalización sana con ese egoísmo individual o corporativo que, salvo algunas buenas excepciones, caracteriza a la sociedad actual.
Vivir con más esencialidad nos puede hacer más felices. No hay que olvidar que “no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”.