Estamos a las puertas de las elecciones europeas y, curiosamente, en los debates políticos se habla de todo menos de Europa. Da la sensación de que la clase política va a su bola, concentrada en un duro combate de boxeo a ver quién pega el puñetazo más fuerte al contrincante. Sin ir más lejos, ayer en la comparecencia de Trinidad Jiménez y Carmen Chacón a causa de las polémicas suscitadas por la gripe en los cuarteles, se habló de todo menos de eso. Daba miedo la virulencia con la que se empleaban algunos parlamentarios haciendo oposición a la oposición, desenterrando temas que no venían a cuento y no respondiendo a ninguna de las cuestiones por las que habían sido convocados. No es de extrañar que esta manera de actuar provoque rechazo en la ciudadanía y ponga en peligro la democracia representativa alejando a los ciudadanos de la participación en las urnas. La situación comienza a ser inaguantable. La actualidad de ayer era un goteo deplorable de noticias: que la Junta concedió una subvención de más de 10 millones de euros a la empresa Matsa, en la que la hija del ex presidente andaluz Manuel Chaves ejerce de apoderada, que el magistrado Baltasar Garzón tendrá que declarar ante el Tribunal Supremo como imputado en un proceso penal por prevaricación, que el Gobierno dará 1.350 euros a los alumnos que no quieran estudiar, (lo contrario de premiar el esfuerzo), que Zapatero seguirá utilizando un avión militar para ir a los mítines de su partido, que la ministra Salgado habla de «elevada incertidumbre» para 2009 y 2010 mientras que algunos miembros del Gobierno, en privado, opinan que las perspectivas son muy malas, que dentro y fuera del PSOE vuelve a quedar claro que no impulsarán, ni fuera ni dentro de la Cámara, nuevas pesquisas sobre el 11M y las victimas seguirán sin saber quiénes fueros los autores intelectuales de la matanza… Y, además, un largo etcétera de casos de corrupción en Ayuntamientos y administraciones regionales.
Antes o después la sociedad civil tendrá que asumir otro protagonismo ya que son pocos los políticos que verdaderamente dan voz y representación a la gente. La política no puede seguir considerando a la sociedad – en la mejor de las hipótesis- como interlocutora y como destinataria, como su tú, su segunda declinación. Se tendrá que abrir una nueva fase donde la ciudadanía, con nuevas articulaciones más vitales, y llamada a ser el yo de la política, se convierta en el sujeto capaz de ofrecer a la acción de las instituciones nuevos contenidos, nuevos métodos y nuevos fines.
Exigir, hacer preguntas y ofrecer propuestas.
Los políticos no son los únicos que pueden aportar soluciones, lo están demostrando. Las respuestas están en la misma sociedad y hay que comenzar a descartar el resignante “pase lo que pase, aquí no pasa nada” y la firma de cheques en blanco para que políticos imprevisores y sin preparación sigan gastando nuestros impuestos en políticas vacías y caducas que nos hacen cada día más pobres y menos competitivos.