Atravesamos rachas más o menos duraderas en las que tenemos la impresión de ahogarnos, de que nada funcione y de que la situación pinte tan mal que parece no tener solución.

Son esos los momentos en los que necesitamos más que nunca pararnos y encontrarnos con nosotros mismos para vislumbrar una salida, una solución. De cuantas situaciones saldríamos airosos si, en lugar de dejarnos consumir por el estrés, pensásemos la situación negativa como una oportunidad. Se sabe que el estrés no sólo nos afecta psicológicamente sino que afecta también o a la salud física.

Al mismo tiempo, y probablemente todos lo hemos experimentado alguna vez, el cerebro, cuando más presionados nos sentimos, se estimula creando nuevas células responsables de la mejora de la memoria y de los procesos cognitivos. Sin embargo, si no reaccionamos a tiempo y dejamos campar a sus anchas el estrés, deprimiéndonos y oscureciéndonos, la situación se nos vuelve en contra anulando esa capacidad de regenerar nuevas células.

Alguien, que desde hace muchos años me da buenos consejos, me decía recientemente que un buen truco para escapar del estrés, y de consecuencia reaccionar mejor a las adversidades que se presentan de vez en cuando, es encontrar a diario momentos para uno mismo, recortar durante el día y durante la semana un tiempo exclusivo para relajarnos. Estar disponible 24 horas al día los siete días de la semana nos hace vivir en un estado de alerta constante, aumentando el nivel de estrés incluso en momentos en los que tendríamos que haber desconectado. Dejar de mirar por un momento whatsapp o Twitter, sentarnos en un lugar agradable con un buen libro que degustar o dar un paseo al aire libre para depurar cuerpo y espíritu son algunos de los momentos que podemos recortar a la actividad para alejar el estrés.

Por arte de magia no podemos alejar de nuestra vida ni dificultades ni momentos de crisis, sin embargo, lo que nos vale es saberlos gestionar sin dejarnos sofocar por la presión. Encontrar la calma no es algo que se improvisa. Para procurarla en los momentos que la necesitamos tenemos que ejercitarla con constancia.

La ansiedad, la depresión o el descontrol de las emociones no son monstruos invencibles. La serenidad es un bagaje que podemos ir acumulando en nuestra vida día a día. Como la gimnasia para estar en forma, la serenidad es una cuestión de entrenamiento y cada día que se ejercita en pequeñas cosas se está más cerca de conseguir los resultados deseados.

No es fácil, lo sé, pero vale la pena hacernos lo antes posible con esa herramienta llamada calma antes de desesperarnos, estresarnos  y enfermar  porque la vida no es perfecta, o porque no  nos concede siempre lo que deseamos, o porque se nos echan  encima adversidades inoportunas.

Cuando el mar está en calma todo el mundo puede ser timonel, decía Siro. También nosotros podemos ser timoneles de nuestra propia vida y llevar a puerto seguro buena parte de nuestras experiencias.

 

«con permiso»

manuelBELLIDO bellido@mujeremprendedora.net

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por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com