He vuelto a ver un film del alemán Werner Herzog. El primero que conocí de este director, fue Fitzcarraldo, después “Cobra Verde”, “Grizzly man” y “El teniente corrupto”. Hace unos días puede embeberme de “Encuentros en el fin del mundo” Nuestros ojos están hechos para atravesar ríos, subir montañas, descender por valles, penetrar en oscuras cuevas o navegar por mares, pero mirando este film de Herzog, apetece hacer de ellos cofres que guarden y conserven para siempre esa obra de arte visual con imágenes inolvidables del continente blanco. El film se desarrolla en plena Antártida, en la estación de McMurdo convertida en la sede central de la Fundación Nacional de Ciencia. En el film cuentan sus experiencias científicos, biólogos marinos, fontaneros, conductores de camión; personajes todos ellos, que han recorrido trayectorias singulares en sus vidas y que transmiten vivencias ante las que es imposible no reflexionar.
Herzog es un director que sabe obtener y poner de relieve lo más profundos de los actores y de los personajes con los que trabaja o entrevista. En esta película nos muestra la cara más desconocida de la Antártida y de esa sociedad oculta que se sitúa al final del mundo. Allí encontramos personas que viven juntas, arriesgando sus vidas para investigar y buscar nuevos avances científicos que sirvan a la humanidad y que ayuden a entender el origen del planeta Tierra.
Sea la naturaleza, que la humanidad que allí convive, Herzog la muestra en estado puro. Las experiencias de estos profesionales son muy profundas, tanto que a veces, pueden parecer incluso surrealistas a las personas que vivimos en ciudades con otros hábitos de vida y con otros horizontes. Herzog sabe sacar lo mejor de estos soñadores, rescatando historias maravillosas. Atención especial hay que prestar en esta película, como en todas las de Herzog, a la música: es un personaje más.
El film es un collar de perlas, cada cual más hermosa y sorprendente. Un ejemplo es una de las frases que uno de los entrevistados, en la parte final de la película nos regala: “Hay un dicho hermoso de un filósofo estadounidense…, Alan Watts, que decía que a través de nuestros ojos el Universo se percibe a sí mismo y a través de nuestros oídos el Universo escucha su armonía cósmica y nosotros somos los testigos a través de los cuales el Universo adquiere consciencia de su gloria y de su magnificencia” El efecto que me deja la película es la de haberme mirado por dentro, removiendo raíces y pensamientos. Hace unos años Hetrzog decía algo así: «El cine no es un arte de escolares, sino de iletrados, y la cultura fílmica no es análisis, es agitación de la mente. Las películas nacieron de las ferias de los pueblos y de los circos, no del arte y del academicismo» La recomiendo.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com