Nos enteramos por la tele, por los periódicos o porque estábamos a punto de coger un avión: estas Navidades pasadas dos huéspedes abandonaron precipitadamente el viejo hotel de la Tierra. Vivían como todos los seres humanos, cada uno en la habitación y en la historia que le habían asignado o que ellos habían escogido. Se fueron de este mundo en contra de su propia voluntad, mientras intentaban con todas sus fuerzas apretar entre las manos un gran sueño.

Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate han sido asesinados por los mismos desequilibrados que se dedican, desde 1960 en nombre del ‘nacionalismo vasco’, a poner bombas o a disparar sin escrúpulos sobre personas, agujereándolas sin rubor, como el que pica entradas a la puerta de un cine.

Dónde vamos a parar y a dónde nos están llevando estos perturbados asesinos que matan en nombre de una raza, instaurando la peor de las dictaduras, la del terror.

Ésta no es la España que queríamos ni la democracia que soñábamos.

Y mientras el pueblo grita a voces que la vía policial es la única que puede acabar con ETA, sigue habiendo inconscientes favorables a hacer cesiones políticas como premio a éste y a todos los anteriores crímenes. Sigue habiendo ignorantes dispuestos a coronar como héroes a quienes solo son verdugos a sueldo. Ese optimismo especulativo y tramposo de algunos se asemeja al que debe existir en el infierno. De hecho, también allí, el diablo es considerado un héroe positivo.

Sólo inmaduros, o gente sin conciencia, pueden tachar de un plumazo la memoria de 819 muertos y sentarse a negociar con semejante raza de delincuentes. No, a esas personas que ya no están entre nosotros no se les cubrió con una sábana para que no cogieran frío, ni se les cerraron sus ojos y se les depositaron sobre una caja de madera para que pudieran dormir sin ser molestados. A esas personas se les arrancó brutalmente la vida y a sus seres queridos. No podrán enseñar a sus hijos el nombre de los árboles y de las plantas, no podrán cogerles de la mano y llevarles a pasear. No podrán soñar ya un destino. Y ese destino y el de todos los españoles, alguien, queriendo o sin querer, lo ha puesto en mano de una banda asesina. A estos dos ecuatorianos ya no les sirve que desde Moncloa pongan cara áspera y de sufrimiento, mientras se sigue sustituyendo la definición de brutal crimen por ‘accidente violento’, sin querer asumir ninguna responsabilidad política.

ETA ha vuelto a desencadenar la destrucción y el pánico para recordar quién dirige aquí las expectativas y fija los plazos en este mal llamado ‘proceso de paz’.

Quien ha desmantelado los medios de la lucha contraterrorista tendrá que volverlos a poner en funcionamiento. O tendremos que preguntarnos: ¿Cuántos muertos más le hacen falta a Zapatero para volver a aquel pacto antiterrorista que tanto debilitó a la banda criminal en lugar de rendirse, cediendo?

Han muerto 819 personas. Basta ya.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com